Ahora toca Educación Ambiental

Moisés S. Palmero Aranda
11:00 • 29 ene. 2020

El 26 de enero se conmemoraba el Día Mundial de la Educación Ambiental y a la cabeza me viene un verso de una preciosa canción, sin estribillo, de Sabina, que lleva por título “Ahora que..”, una declaración de amor que habla de presente y futuro comparándolo con lo que tuvo en el pasado. Suele ocurrir que vivimos felices en nuestra realidad, pensando que nada nos falta, y por miedo peleamos por conservar los pilares que la sustentan, pero tiene la vida esos caprichos que lo trastocan todo, que ponen patas arriba nuestra existencia, para descubrimos que nuestro pasado era mejorable, y nos hacen reflexionar sobre las condiciones en las que vivíamos, y a las que nunca se nos pasa por la cabeza volver.


Eso mismo pretende la Educación Ambiental, hacernos entender el presente que disfrutamos analizando de dónde venimos, las consecuencias sociales, económicas y ambientales que ha creado nuestro estado del bienestar, y hacia donde debemos dirigimos. 

Es una herramienta que en 1987, en la Conferencia de las Naciones Unidas de Moscú, se definió como un proceso permanente en el cual los individuos y las comunidades adquieren conciencia de su medio y aprenden los conocimientos, los valores, las destrezas, la experiencia y también la determinación que le capacite para actuar, individual y colectivamente en la resolución de los problemas ambientales presentes y futuros.



Si atendemos a esa definición, ahora es el momento de que la Educación Ambiental esté presente en cada una de las decisiones que tomamos a título personal y como sociedad. Ahora tenemos los conocimientos, las experiencias de las cosas que no funcionaron, las que podemos copiar, adaptar y mejorar para conservar el equilibrio. Ahora tenemos los recursos necesarios, la ciencia y la tecnología de nuestro lado, la necesidad de hacerlo. Pero ante todo, ahora tenemos la determinación, la unanimidad, que nos ha faltado en otros momentos de la historia para ponernos manos a la obra, porque ahora somos conscientes de que el Cambio Climático es una realidad, que estamos sensibilizados ante la emergencia climática en la que vivimos, que sabemos que tenemos que actuar para mitigar y adaptarnos a las consecuencias que nuestro sistema económico ha generado, y que queremos cambiar de hábitos, de costumbres, de valores, para corregir, y no generar, los impactos que nos han traído a esta encrucijada. Ahora, y aquí cojo prestado el verso de Sabina, tenemos el alma que no teníamos.

A modo de ejemplo pongo dos proyectos de Educación Ambiental que se han llevado a cabo en la provincia de Almería en los últimos meses y que demuestran que el momento es ahora, que lo que parecía imposible, se está haciendo realidad.



La primera se llevó a cabo en junio de 2019, cuando diferentes colectivos conservacionistas, hicieron una limpieza histórica de residuos en el Espacio Protegido Punta Entinas Sabinar. La segunda acción que quiero destacar se realizó la semana pasada cuando el CEIP Federico García Lorca de Vicar llevó a cabo la tercera reforestación de su proyecto en la Sierra de Gádor cuyo objetivo es recuperar los acuíferos del poniente que sustentan nuestra economía. 


Lo importante de estas acciones no radica en cuantos árboles se plantaron, en cuantas toneladas de plásticos se retiraron o cuantas personas participaron, sino que en ellas estaban implicadas empresas agrícolas de la zona, hoteleras, asociaciones ambientales y sociales, medios de comunicación, la Consejería de Agricultura, Ganadería, Pesca de Desarrollo Sostenible, la Junta Local de San Agustín y los Ayuntamiento de Vicar y El Ejido. Una manera de hacernos entender que si queremos solucionar las consecuencias del Cambio Climático tenemos que trabajar unidos, juntos.



De nada sirve que los maestros y profesores enseñen la necesidad de cuidar el medio ambiente, o que los padres eduquen a sus hijos en el respeto por su entorno, o que los agricultores peleen los precios de sus productos por su cuenta, o que los colectivos ambientales hagan limpiezas de plástico en las playas, o que las administraciones declaren la emergencia climática y se dediquen a poner parches ante los problemas que se generan por la falta de planificación. Lo importante, lo fundamental, lo prioritario, es que todos esos esfuerzos trabajen en la misma dirección, que se refuercen los unos a los otros, de forma coordinada, anticipándose a los problemas, buscando soluciones reales, no interesadas y partidistas.


Tenemos que dar ejemplo de sentido común, de cordura, de inteligencia. Ahora, que tenemos el alma que no teníamos, toca Educación Ambiental.


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