Algunos casos de cinismo en la política almeriense

Pedro Manuel de La Cruz
11:00 • 19 ene. 2020

Sostenía Scott Fitzgerald que uno de los rasgos de poseer una inteligencia excepcional consistía en la capacidad de tener dos ideas opuestas al mismo tiempo y, pese a ello, seguir funcionando con normalidad. La frase del escritor estadounidense podría ser discutida; lo que no puede ponerse en duda es que el rasgo que mejor define un cinismo excepcional es la capacidad que tienen algunos políticos de defender dos realidades antagónicas dependiendo de la trinchera en la que estén en cada momento. Mienten tan sinceramente que sólo así puede verse con normalidad que millones de personas continúen sin darse cuenta del trasiego incansable entre una barricada y otra.



Para pasar de las musas de esta filosofía sobre la cara dura de tantos al teatro de la realidad de muchos basta solo con observar las posiciones mantenidas durante los últimos doce meses sobre la situación de los grandes retos de la provincia.



Comenzando por el PP raro es el día en que alguno de sus dirigentes no ponen el grito en los medios de comunicación para alertar de los insoportables retrasos que acumulan las obras del AVE, la insostenible permanencia en el limbo de la desaladora de Palomares o el riesgo de que el agua del trasvase Tajo- Segura no llegue al levante.



Siguiendo por el PSOE, también es extraño el día en que alguno de quienes lo dirigen no acuda al altavoz mediático para repicar los incumplimientos sobre los servicios del Materno infantil o las obras de la Autovía del Almanzora.



Lo sorprendente de tan prefabricada balacera es el descaro con que actúan. En el caso de los populares porque su gobierno, en seis años, en seis larguísimos años, no hizo nada, absolutamente nada que mejorará la situación heredada del gobierno anterior, ni en materia de comunicaciones ferroviarias ni en infraestructuras hídricas. Durante todo ese tiempo nadie entre los suyos tuvo la coherencia de defender ante el gobierno de Rajoy lo que con tanta urgencia demandaban al gobierno de Zapatero. Solo hubo silencio y, por tanto, complacencia y complicidad ante ese olvido.



En el caso de los socialistas la impostura es la misma. Después de acumular quince años de retrasos en la autovía del Almanzora y casi diez en el inicio de las obras del materno infantil ahora todo son prisas. ¿No había la misma urgencia cuando quien gobernaba eran Chaves, Griñán o Susana Díaz? El mismo silencio y la misma complicidad que los de la bancada de enfrente.



Pero lo peor para los francotiradores apostados en una u otra posición es que está siendo con estos gobiernos en Madrid y en Sevilla con los que se han empezado a mover lo que tanto tiempo llevaba parado en el andén del olvido. 



Durante el gobierno de Pedro Sánchez se han licitado y adjudicado todos los tramos pendientes (salvo el de la entrada en Lorca y en la capital, a lo que habrá que exigir celeridad extrema) en el trazado que debe unir Almería con Murcia por Alta Velocidad y se han aprobado cinco millones para las obras de protección de la desaladora del levante y catorce millones para reparar lo dañado en sus instalaciones. En la otra acera, el gobierno de Juanma Moreno ha impulsado de forma decidida la terminación y dotación del Materno infantil y las obras en el tramo pendiente de la autovía del Almanzora ya están ejecutándose. Esta es la realidad y, ante ella, lo que resulta incomprensible es la ausencia de sonrojo con que unos y otros se atacan achacando a los demás lo que ellos no fueron capaces de hacer.


La política ha entrado en un tiempo nuevo que para Almería solo será mejor en función de la capacidad que tengamos de presionar para que los retrasos ya existentes, tan largos y en tantas cosas, no sigan acumulando más demoras y, en esa estrategia, los almerienses debemos caminar sobre la reivindicación permanente y, a la par, el permanente pero exigente apoyo a quienes nos representan para fortalecer esas reivindicaciones ante sus respectivos gobiernos. Ya sé, ya sé que esa actitud dual y contradictoria supone caminar sobre dos vías contrapuestas. Pero la yo escribió Fitzgerald: ese es el camino por el que transita la inteligencia. 



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