Abascal y el alma, corazón y vida de las mujeres

Gely Martínez
00:16 • 26 nov. 2019 / actualizado a las 07:00 • 26 nov. 2019

Podemos lamentarnos desde estas translúcidas jaulas femeninas la violencia de género. Podemos con inútil coraje salir a las calles y llenarlas de lazos violetas. También podemos despojarnos del corsé de señorita que no grita, que no protesta, calladita mejor que ha asfixiado a tantas mujeres. Pero nuestra lucha debe asumir otra batalla, no le dejemos ni una sílaba al jefe varón de Vox, bien educado en el patriarcado, que no nos quiere feministas. Ahora somos la voz acallada de nuestras antepasadas. Tenemos que hacer sentir a la gente que nos están matando con nombre propio y no como un número ordinario que le seguirá otro. 


La ceguera de la cifra, la desgana de las estadísticas que no nos deja ver a la mujer asesinada, el terrorismo machista que nos despoja de ser alguien. Lo llaman violencia intrafamiliar porque lo que ocurre en la calle es un mal día, una borrachera, un grupo de amigos que quería divertirse y lo de casa es familia natural. Abascal quiere salvaguardar el territorio masculino, tiene miedo de las mujeres que no saben bordar ni coser, que han aprendido a defender sus derechos, son una autonomía, un descentralismo, unas independentistas que pueden decidir sobre su alma, corazón y vida. Acostumbrados a con ésta sí, con ésta no, debe ser difícil aceptar que ésta diga no es no. Este hábito del buen modo, que no alzan la voz se ha terminado. No puede ser más incómodo que paseemos libres e indefinidas, dejemos de ser la madre de, la esposa de, la hija de, la hermana de, ahora nosotras somos mujeres, tenemos algo que decir. De nada puede servir nuestro futuro si no nos alzamos en contra de estas políticas machistas que nos postergan a épocas pasadas, donde el papel de la mujer eran harapos y retales masculinos. Vox nos propone la tarea de ser madres, de volver a ser femeninas, de centrarnos en nuestras labores y punto. Corte y confección de unas medidas que gustan a muchos machistas que ya pueden reconocer abiertamente sus ideas humillantes sobre las mujeres, además sentirse orgullosos de ello. 


Nadie protegía a estos hombres con nombre y apellidos hasta que la ultraderecha vino a poner orden. Los privilegios del varón están en peligro, las mujeres estamos luchando por nuestros derechos y hacemos tambalear al patriarca. Hay que despojarnos de esta fuerza dividiéndonos, hacernos creer que esta lucha nos deposee de nuestra condición natural de mujer. Esta lucha nos ensalza como mujeres, como personas, como semejantes, como iguales. Esta lucha es por ti y por todas las compañeras. 






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