Economía de augurios

Antonio Felipe Rubio
00:52 • 15 nov. 2019 / actualizado a las 07:00 • 15 nov. 2019

Cuando persiste la obsesiva fascinación y no se alcanzan objetivos prácticos, es muy probable caer en la melancolía. Existe una componente freaky en algunas reivindicaciones que se fundamentan en diversas complejidades intelectuales que suelen abonarse con cierta corriente ideológica. Así, la causa en defensa de un arbolito o un gatito pueden desencadenar enérgicas movilizaciones que, por sus extravagantes excesos, abren enormes brechas de confrontación, perdiendo el foco de la verdadera reivindicación para entrar en terrenos más complejos, generalistas y frentistas.


Desde el siglo pasado se viene reivindicando la mejora de las infraestructuras ferroviarias. La acción mejor diseñada, y que consiguió efectos prácticos, fue “Almería sin salidas”. La  campaña estaba exenta de contaminación política y nacía de la convicción abrumadoramente mayoritaria de las carencias en carreteras para la mejor comunicación de una provincia que tenía que sacar el producto de una pujante agricultura por unas carreteras impresentables. 


Se consiguieron -con notable retraso- las autovías, quedando pendiente una mejora en las soluciones ferroviarias que se fiaron a la “inmediata” llegada del AVE para, como sucedió con la A-92, vertebrar Andalucía. Sin embargo, el gobierno no aceleró el proceso de mejora en ferrocarril, ni equilibró los aún abusivos precios de los vuelos a Madrid.



Ahora, cuando se atisban algunas soluciones para liberar a la ciudad de la brecha ferroviaria con la supresión del paso a nivel de El Puche, se acrecienta el debate sobre la conexión ferroviaria con el puerto. Se dice que esta conexión es necesaria sí o sí, pero jamás se han aportado argumentos irrebatibles sobre su rentabilidad económica, social, urbanística… 


 La Autoridad Portuaria, que siempre ha ido a su p…. bola, mantuvo cuando era J.O.P. la conexión ferroviaria para uso exclusivo del mineral de hierro y, cuando fue A.P.A. aumentó el divorcio puerto-ciudad con una extensa valla, colocando la entrada principal al recinto enrejado en la emblemática Fuente de los Peces, justo en el frontispicio del casco histórico. 



La Autoridad Portuaria quiere “revitalizar” la actividad económica con la recuperación del ferrocarril, y para justificar esta acción bascula sobre los siguientes argumentos que se han publicado en la prensa provincial, de los que extraigo algunos impagables titulares: “el puerto de Almería ultima el proyecto para llevar el tren a los muelles cuando sea rentable”; “el plan no se ejecutará hasta que la ampliación de los muelles permita augurar tráficos suficientes como para pagar esa gran obra”; “el Puerto desvinculará el plan para la conexión ferroviaria de otros proyectos (Puerto-Ciudad)”. O sea, que para averiguar si hay negocio lo vamos a fiar a “augurios”; extraordinaria y ortodoxa praxis de la nueva disciplina socioeconómica: recurrir a la antigua Delfos o a los arúspices que ven el futuro removiendo las vísceras de un grajo. Tampoco es para obviar el aserto “se hará cuando sea rentable” ¡valientes emprendedores! Yo también quiero de eso; compraré Lotería cuando sepa que me va a tocar. Y, para terminar, “el proyecto se extraerá del contexto general Puerto-Ciudad”. Es decir, que hacemos un proyecto para un edifico de 10 plantas, pero extraemos del contexto general cosas tan condicionantes como dónde colocar las escaleras, el ascensor o la puerta de entrada.


Llevar el tren al puerto es una opción que determinará el futuro del pretendido Puerto-Ciudad. Imbricar el puerto en la capital, con el tren atravesando gran parte de la ciudad, es un condicionante inasumible si queremos hacer algo parecido a Málaga, Alicante o Cartagena



Insisto en la ausencia de estudios de mercado o clamor de ciertos sectores productivos y comerciales que lamenten la limitación de su negocio por no existir tren en el puerto, y que eso salvaría y potenciaría sus oportunidades de negocio. Todo lo contrario. “La línea marítima con Sète (sur de Francia; que bien aprovecha Marruecos) está parada por falta de interés en el sector (agrícola”. Todo un ejemplo de la “inquietud” que atenaza a la primera fuente de riqueza de la que, dicen, se beneficiaría con el tren en el puerto. Y, mientras tanto, unos zangolotinos cortan la autopista; paran los camiones; perdemos millones de euros… y no tenemos una mínima alternativa logística que soslaye el problema. Y eso, no son augurios.   


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