Hay un señor que siempre deambula por el estudio de grabación con gran preocupación y del que, salvo que se haya vivido el mundo de la música desde dentro, no suele conocerse exactamente su función. Por analogía con el mundo cinematográfico, casi siempre se asocia erróneamente con el que saca la billetera. Hablo del productor, claro.
Podríamos decir que el que ostenta el cargo es lo más parecido a un entrenador de futbol: Si todo va bien su prestigio y caché subirán, pero si la cosa no funciona será más culpable que el toro que mató a Manolete. Pero ¿qué hace un productor? Decide, por ejemplo, si una canción necesita un pequeño solo de guitarra, o un cambio de ritmo, una diferente tonalidad o que un instrumento se escuche más que otro. Marca las directrices para que un disco suene de una determinada forma: a pop, a rock, a heavy o que sea una horterada, que a veces eso también se busca. Pero cuidado, que si al artista de turno le toca mucho las narices, y volvemos al símil futbolístico, lo pone de patitas en la puerta del estudio, y que pase el siguiente.
Productores míticos seguro que a todos os suenan. Son nombrados en las contraportadas pero casi nunca aparecen en las fotos. George Martin, llamado con razón ‘el quinto beatle’, el hombre sin cuya sapiencia y paciencia los cuatro de Liverpool habrían salido ‘tarifando’ al segundo L.P. Phil Spector y su famoso ‘muro de sonido’ en los sesenta, que acabó pudriéndose en la cárcel debido a una afición extra-musical: el asesinato. O Alan Parsons, posiblemente el único en alcanzar celebridad ejerciendo ese rol, gracias a su famoso Project.
Pero para mí hay uno que destaca por tener un toque tan personal que impregna cada trabajo que roza: Jeff Lynne. Con su pelambrera rizada y sus eternas gafas oscuras, se empeñó en dar continuidad al estilo mas prog de los Beatle con su famosa Electric Light Orchestra. A partir de los ochenta, con la ELO en declive, optó por producir. Paul, George y Ringo pasaron por sus manos – y hasta Lennon desde la tumba, en aquel Free as a bird – y nombres tan prestigiosos Tom Petty, Joe Walsh, Bryan Adams, Joe Cocker o la más joven Regina Spektor han confiado en su pericia. También ha destacado rescatando a ‘vacas sagradas’ en horas bajas, devolviéndolos a las listas de éxitos y ahí quedan sus trabajos con Roy Orbison, Brian Wilson o Del Shannon para atestiguarlo. Su personalidad es tan intensa que, sea quien sea el que toca o canta, en cuanto escuchas la primera nota sabes que el bueno de Jeff andaba cerca. Por cierto, acaba de sacar nuevo disco. No hace falta ni decir a quien suena ¿verdad?
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