Antes de ABBA

Ramón García
07:00 • 18 sept. 2019

Podría muy bien comenzar con ‘una morena y una rubia…’ parafraseando nuestra clásica zarzuela, pero sustituyendo la siguiente frase por ‘…hijas del pueblo de Estocolmo’, porque hoy vengo a hablaros de ABBA.


Existe la creencia popular de que aquellos cuatro jovencitos de estrafalarias indumentarias acababan de iniciarse en el mundo artístico cuando triunfaron en el ya lejano Eurovisión del 74 cantándole -  sin demasiado rigor histórico -  a una batalla bien conocida de nuestro continente. 


Nada más lejos de la realidad, porque cada uno acarreaba a sus espaldas en aquel preciso momento una carrera previa de casi una década en la que se habían pateado de arriba abajo gran parte de la península escandinava. Un todavía lampiño Benny comenzó, al amparo de la beatlemania, con una banda de bastante éxito llamada los Hep Stars mientras que Björn, el rubio de cara simpática, hacía lo propio con los Hootenanny Singers, una formación de skiffle y folk a la que tampoco fue nada mal.



Por su parte, la angelical rubia Agnetha sumaba cuatro long plays a su nombre antes de unir su voz a los otros tres. Y la morenaza Anne-Frid – más conocida como Frida – se curtió en los cabarets y alguna que otra big band, llegando a cantar bossa-novas en sueco.Y fue así, haciendo carretera y coincidiendo en los ​Melodifestivalen de su tierra, como sus caminos confluyeron. La chispa del amor saltó entre las dos parejas antes incluso que la musical pero, con la perspectiva que nos da saber lo que ocurrió, estaba cantado que cantarían unidos. Aunque las voces de los dos chicos no decían gran cosa, si que demostraban chispa e intuición para fabricar hits. Pero es que sus respectivas parejas cantaban como dos ángeles y, además, lo parecían.


Curioso también el origen de su nombre, que proviene de una pequeña broma de su manager. Cansado de llamarlos por sus nombres – su primer disco lo firmaron como Björn – Benny & Agnetha - Frida -, comenzó a usar el palíndromo con sus iniciales porque, curiosamente, ya era el nombre de una conservera de pescado bastante conocida en Suecia. Cuando llegaron los primeros éxitos no tuvieron más remedio que negociar con los ABBA de las latas para mantener el derecho de su uso.



Otro día me centraré en sus triunfos, que fueron muchos, pero hoy quería limitarme solo a sus inicios, sobre todo pensando en esos jovencitos que sueñan con saltar del canturreo en la ducha de su casa a un gran plató de televisión y cientos de miles de seguidores. No estaría de más comentarles que los grandes artistas no suelen surgir de la nada. Solo hay que recordar lo que hubo antes de ABBA.




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