Vuelo hacia la libertad: Arturo Sandoval

Ramón García
23:43 • 11 jun. 2019 / actualizado a las 07:01 • 12 jun. 2019

Un profesor de Einstein escribió sobre él: ‘este chico no llegará nunca a ninguna parte’. A Verdi no le aceptaron en la Escuela de Música de Milán por no colocar correctamente las manos sobre el piano. Son dos anécdotas sobre el  poco tino de algunos ‘expertos’ que hoy en día serían, sin lugar a dudas, jurado de algún concurso musical televisivo. 



La historia de Arturo Sandoval comenzó de forma similar. Siendo un niño en su Artemisa natal, su primer profesor lo mandó a casa espetándole: ‘Deja la trompeta y deja la música, porque no es lo tuyo’.  Superando el desánimo, agarró el instrumento con fuerza y sopló hasta que le sangraron los labios. No sabemos si ese nefasto pedagogo pudo comprobar mas tarde de qué forma tan espectacular se había equivocado, pero el ahora veterano trompetista reconoce haber pensado siempre en él.



En su juventud despuntó en la Orquesta Cubana de Música Moderna, y la inquietud de sus miembros– entre ellos Chucho Valdes o Paquito D’Rivera – y su pasión por el be bop les llevó a fundar Irakere. Salió al mundo para constatar que en su país se había derrocado a un sátrapa para colocar a otro. Su pasión era el jazz, pero allí no estaba bien vista la música del enemigo imperialista. 



En una visita a la isla de su héroe, Gillespie, se le ofrece como cicerone y acaba asombrando al maestro con su arte, que en poco tiempo le invita a unirse a la Big Band de la ONU. Algunos años después sigue los pasos de su amigo Paquito y vuela hacia la libertad, titulando así su primer trabajo grabado en los EEUU. 



Esperado regreso Esta es la figura que el pasado domingo volvió a pisar nuestro auditorio. Ya estuvo aquí en noviembre de 2008, cuando aún disfrutábamos de un Festival Internacional de Jazz.



Comenzó la Clasijazz Big Band Swing and Funk con una acelerada versión del standard de Ellington Prelude to a kiss, haciendo su aparición el saxofonista malagueño Enrique Oliver. El clásico The gentle rain de Luis Bonfa, introdujo al maestro David Pastor, cuya trompeta vibró ya al alto nivel que la tarde prometía.



Pero la entrada del maestro Sandoval al escenario fue lo que hizo que el volumen y la entrega de los jóvenes – y no tan jóvenes – miembros de la banda se multiplicase al ritmo del Funky Cha cha, junto a otros dos invitados de excepción, Cristian Rodríguez en percusión y timbales y el trompetista venezolano Yturbides Vilchez.



Me sorprendió que alguien nacido en Cuba y residente en California se mostrase quejoso del calor almeriense pero, sobreponiéndose a la puntual avería en la refrigeración, se desprendió de su chaqueta, empuñó con fuerza su trompeta y se lanzó al espectacular Algo bueno (Woody and me). 


No muchos conocen su pasión por el piano. Lamentó que su familia, siguiendo las costumbres de la época, le negasen la formación en un ‘instrumento para señoritas’. Demostrando que también se sobrepuso a eso, ofreció una inspirada improvisación sentado al gran cola. Mientras la banda interpretaba Stella by Starlight, se tomó un descanso para volver a empuñar la trompeta y soplar la eterna melodía del Body and soul. La escuché de primeras en Reunión (1991), su reencuentro con D’Rivera, y fue mágico disfrutarla en directo. 


Tras el lirismo, decidió recordar el score de Los reyes del mambo, otro de sus primeros trabajos para el mercado gringo, y con Mambo caliente y ese saborcillo a Pérez Prado nos hizo desear ser buenos bailarines. El concierto no podía finalizar sin el homenaje directo a su maestro y mentor, Dizzy Gillespie, y con renovados arreglos llegó la descarga de A night in Tunisia.


Sabio consejo A la mañana siguiente, durante su masterclass en Clasijazz, pude ver al Sandoval menos estrella, más humilde y cercano. Me quedo uno de sus consejos: Mas importante que el talento es la dedicación plena a lo que amas. Como reza el título de la película sobre su vida, For love or country, Arturo tuvo que decidir entre un país que prohibía la forma de arte que más amaba o su pasión y consagración a la música. Triunfó el jazz.


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