El ruido, las nueces y los silencios

José Fernández
01:21 • 25 abr. 2019 / actualizado a las 07:00 • 25 abr. 2019

En el libro que ha firmado pero no ha escrito, el Dr. Fraude evidencia su descomunal irrelevancia confundiendo a San Juan de la Cruz con Fray Luis de León. Lo digo porque veíamos ayer a los cuatro jinetes del atril galopando -unos más que otros- sobre el barro y entablando por momentos una trifulca de barra que no proyectaba la mejor imagen sobre la clase política española. Y aunque ya sé que para usted el que ha ganado es el suyo, no pude dejar de recordar, sin temor a equivocar la cita, la célebre referencia del teólogo y humanista de la escuela salmantina sobre el ruido. “Qué descansada vida la del que huye el mundanal ruido, y sigue la escondida senda por donde han ido los pocos sabios que en el mundo han sido.” Ya en pleno Renacimiento la gente razonable aconsejaba huir de los estrépitos, porque poco aportan y mucho confunden. Y esa sensación de bullicio improductivo es la que me dejó el segundo debate, que por momentos parecía una escena de “La taberna del irlandés”, de John Ford, que sin duda ha sido quien mejor ha coreografiado para el cine puños y licores. El formato de debate plural no funciona en España, país en donde la tentación de interrumpir a tu interlocutor está tan unida al paisaje emocional como la silueta de un toro al arcén de una autovía. Y así  se entienden las razones por las cuales el presidente Sánchez no ha hecho lo que el candidato Sánchez exigía al entonces presidente Rajoy, ya que un debate cara a cara con el líder de la oposición hubiera dejado tan noqueado al impostador del Falcon que finalmente arregló un par de debates corales a los que fue resignado y arrastrando el lapsus captado de un “qué remedio”, que enriquece la historia de su inabarcable irrelevancia. Y luego estuvieron sus silencios. ¿Indultará Sánchez a quien resulte condenado por el intento de golpe de Estado? ¿Tendrán consecuencias una eventual condena a cargos del PSOE por el caso ERE? Pues ya ven para qué han servido los debates. Mucho ruido y pocas nueces. 






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