El aroma del tiempo nuevo

José Fernández
14:00 • 13 mar. 2019

En su breve ensayo físico-teórico publicado en 1751 bajo el título de “El arte de tirarse pedos”, Pierre-Thomas Hartaut escribe que la ventosidad es un acto de autoafirmación que puede usarse como posible salida triunfal de una disputa dialéctica. Sin necesidad de llegar tan lejos, uno se atrevería a añadir que la flatulencia nos iguala y que también, en algunos casos, confiere hechuras fieramente humanas a quien se arroga propiedades celestiales. Podría continuar la columna derivándola hacia la escatología del recuerdo del natural desarrollo fisiológico en delicadas señoritas o la consabida aparición de inesperadas detonaciones en los contextos más solemnes. Pero no he venido hoy a contarles mi vida, sino a mezclar suavemente asuntos de actualidad con la fiereza de la condición humana. Y lo digo ahora que han pillado a Ciudadanos, el partido naranja, en el pestífero estruendo que supone intentar amañar unas elecciones primarias. Les supongo al tanto de lo sucedido en Castilla-León y no parece necesario insistir en el caso. Lo que sí parece más interesante es destacar que la deposición ha sucedido en lo que, por la autodescripción de su presunta virtud, parecía un cuerpo glorioso. Hasta ahora, lo de amañar primarias, engordar currículos y ocultar sociedades patrimoniales era para CS como los accidentes de tráfico; algo que sólo le pasa a los demás. Pero, lo que son las cosas, también huele mal bajo las sábanas del señor Rivera. Y no sé a ustedes, pero a mí me alivia bastante comprobar que al final todos somos criaturas del Señor. Después de haberse pasado toda la vida regañando a unos y otros y proclamándose la encarnación de un tiempo nuevo, parece que en todas partes cuecen habas, y quien las come afronta el mismo trance digestivo. Ya lo decía Blas de Otero: “Esto es ser hombre; horror a manos llenas.”  Y esta es la política real, amigos: otra forma de autoafirmarse.






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