Carolina Lafita es la gran artífice del año gastronómico

Juan Torrijos
00:42 • 08 feb. 2019 / actualizado a las 10:34 • 08 feb. 2019

Es de justicia reconocer que ha sido ella, la concejala popular Carolina Lafita, la gran muñidora de lo que en este nuevo año está viviendo la ciudad de Almería con el nombramiento de capital gastronómica. Se podrá poner el equipo de gobierno la medalla, y no está mal que se la ponga, pero que se la agradezcan a Carolina ya que ha sido su trabajo, su tesón y esfuerzo el que ha logrado la nominación. No tengo muy claro los beneficios crematísticos que van a suponer para la ciudad lo de la capitalidad española del mejor comer, pero si alguno llega, que es evidente que llegará, se lo tendrán que agradecer los sectores beneficiados a doña Carolina. Cuando nadie creía en la nominación, ella preparaba el papeleo, ponía a trabajar al personal de su área, se reunía con el sector, ilusionaba en definitiva al personal. El alcalde viajaba a León a ponerse la medalla, pero el trabajo, la alfombra que se iba a traer la nominación para la ciudad de Almería se la ponía Lafita. Y es justo que se le reconozca un trabajo bien realizado. Desde el pasado 2005, con los Juegos del Mediterráneo, Almería no había vuelto a vivir un evento nacional que uniera a toda la ciudad en torno a una imagen ilusionante como es el de la gastronomía. Reitero, no creo que el futuro de la ciudad pase por el nombramiento como capitalidad gastronómica del país, pero va a servir para que nos acerquemos a las barras de nuestros bares o nos sentemos en las mesas de nuestros restaurantes en busca de una peculiar gastronomía almeriense de la que sentirse orgulloso. Ni mejor ni peor, la nuestra, la de unas “tapas” que hacen las delicias de los naturales y de los que nos visitan. Toda esta ilusión del buen yantar que destapa este año se la debemos a una mujer y es necesario que aquí lo recojamos: Enhorabuena Carolina, sin tu trabajo no se habría logrado, que quede claro y para que conste. Pues nada, a las ollas, los pucheros y los manteles, que no nos falte un tenedor ni una copa de vino y que las barras sirvan de apoyo a tanto codo como van a reposar en ellas. 


Lo único que espero y deseo es que junto a la buena gastronomía que la ciudad nos va a ofrecer podamos atraer a la de otros puntos de nuestra hermosa provincia, sólo pensar en Vera y en la Terraza Carmona me pone los dientes largos. 






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