Tiempo de ventanas y alfombras

La Andalucía que está a punto de llegar es algo más que un proyecto político. Es un cambio de perspectiva acorde con la dimensión real de nuestras posibilidades. Una apuesta de futuro que debe ampliar el horizonte de la mirada de los andaluces sobre nuestra propia tierra. El nuevo gobierno que va a llegar a la Junta de Andalucía tiene el irrenunciable deber de reconocer y aprovechar la enorme potencialidad de Andalucía otorgando más protagonismo a las zonas relegadas por la visión centralista que ha impuesto el PSOE en la Junta de Andalucía durante los últimos cuarenta años. Y no va a ser una misión fácil, ni cómoda, para el gobierno que encabezará el popular Juanma Moreno. Pero por muchos flecos de divergencia ideológica o escenográfica que puedan tener los tres partidos agrupados en torno al proyecto del cambio, es evidente que todos coinciden en algo que fácilmente podemos traducir como el mandato de una mayoría real de andaluces en las últimas elecciones: que en el futuro, Andalucía puede y debe aspirar a más de lo que ha generado el improductivo e incapaz modelo socialista. Y ese futuro debe ser el de una Andalucía que quiere decir más, que quiere ser más y que también quiere estar más presente en el conjunto de España y Europa. Una Andalucía que abandone el furgón de cola de los indicadores básicos de la calidad de vida en las democracias avanzadas y que ponga punto final a la política de clientelismo tribal instaurada por el PSOE y que tanto ha lastrado el crecimiento real de Andalucía. Los andaluces sólo hemos conocido una  manera de gobernar Andalucía, y ese modelo no ha dado los resultados esperados a pesar de los ingentes recursos y medios con los que han contado los diferentes gobiernos que el PSOE ha puesto en marcha, en solitario o en compañía de otros. Por eso es necesario que de una vez por todas rompamos ese techo y que hagamos valer, como nunca hasta ahora, la metáfora de las ventanas abiertas y las alfombras levantadas. Ha llegado el momento.