Mensajes con dirección equivocada

Una asociación de vecinos de los barrios de Pescadería y La Chanca ha enviado una carta al Defensor del Pueblo Andaluz alertando sobre la acumulación de basuras y suciedad en el barranco Caballar, que atraviesa toda la zona. Y es bueno que las asociaciones se activen y reclamen de los organismos y administraciones públicas la solución de sus problemas, especialmente cuando están centrados en materias de higiene y salud pública. Lo que pasa es que al leer la noticia no he podido evitar pensar que, en ocasiones, hay mensajes políticamente correctos que esconden la voluntad de no asumir la realidad y pretenden dar por bueno un relato ficticio de las situaciones. A principios de 1940, las relaciones de España con el Reino Unido no eran especialmente armoniosas. Nuestro país, gobernado por el General Franco, no ocultaba sus simpatías por la causa de la Alemania nazi, que en esos momentos se encontraba en una posición favorable en la guerra contra Inglaterra. La coyuntura era propicia para reclamar, una vez más, la devolución de Gibraltar y de ello se ocupó concienzudamente la Falange, que calentaba los ánimos de los estudiantes y del gentío promoviendo manifestaciones y apedreamientos de la embajada británica en Madrid. En una ocasión en la que los manifestantes casi toman a la fuerza la legación, el Gobernador Civil de la capital telefoneó cortésmente al embajador británico, Sir Samuel Hoare, para preguntarle si deseaba que le enviase más policías. El diplomático, que cuenta con mucha gracia esta anécdota en su libro de memorias “Misión en España”, se limitó a responderle: “Mejor si me envía menos manifestantes”.  Y eso es exactamente lo que le está pasando a esa asociación con el tema de la suciedad del barrio. No sé cuánto cuesta un franqueo a la oficina del Defensor del Pueblo, pero quizás hubiera sido más barato -y más práctico- tocar en las puertas de los vecinos y pedirles, por favor, que dejen de tirar su basura al cauce de una puñetera vez.