La memoria de los cantautores permanece

Miguel Ángel Blanco
14:00 • 10 dic. 2018

En los años 60 Pablo Guerrero cantaba: “Tiene que llover, tiene que llover, a cántaros”. Los cantautores son protagonistas destacados en la contestación al franquismo.  Voces que unen música y poesía para forjar la canción-protesta. 


El Archivo Histórico de Almería expone en “Documento del Mes”: Con fecha de 26 de abril de 1973,  Circular Urgente de la Dirección General de Seguridad, a los gobernadores civiles y delegados del Gobierno en Ceuta y Melilla: “Se prohíbe actuación en todo territorio nacional del cantante Francisco Ibáñez Gorostide, cuyo nombre artístico es Paco Ibáñez”. El 22 de julio de 1976, Mensaje nº 92, del director general de Política Interior Enrique Sánchez de León, al gobernador civil de Almería, con “Relación de los cantantes conflictivos”.


Señalados con una cruz: Gerena, Ibáñez, Imanol, Lluis Llach, Moustaki, Pau Riva y Víctor Manuel. Comunicación telefónica de la Dirección General de Seguridad, con fecha de 9 de marzo de 1977, notificando la prohibición del recital de Lluis Llach en Almería.



La voz de los cantautores ya está presente en los sesenta. En Estados Unidos, Joan Baez canta We shall over come (“Venceremos”), Pete Seeger difunde canciones de las brigadas internacionales de la guerra civil española. Bob Dylan lanza Like a Rolling Stone y Blowing in the wind. En Francia, George Brassens y George Moustaki.  


Latinoamérica es cuna de cantautores. Desde Chile llega eterna la voz de Víctor Jara, asesinado tras el golpe de Pinochet. Atahualpa Yupanqui recorre el mundo con Preguntitas sobre Dios. Silvio Rodríguez, Pablo Milanés, Violeta Parra, Jorge Cafrune alimentan la canción-protesta. Y el grupo Quilapayún crea la canción-símbolo de toda revolución: El pueblo unido, jamás será vencido.



Una gran referencia en España es Al Vent, del cantautor valenciano Raimon, un himno para el antifranquismo. La poesía inspira la canción-protesta donde emerge pionera la voz de Paco Ibáñez (con Alberti: “A galopar, a galopar, hasta enterrarlos en el mar”). En esta senda están Amancio Prada, Manuel Gerena (el cante jondo también está vigilado por la censura). En Cataluña nace la Nova Cançó, con Pi de la Serra, Lluis Llach, autor de La Estaca, Guillermina Motta, Marina Rossell, María del Mar Bonet, Ovidi Montllor, La Trinca, Jaume Sisa, Xavier Ribalta. Y un joven Joan Manuel Serrat que convierte en apoteosis su concierto sobre Antonio Machado, en Madrid.


Por los barrios populares madrileños suenan las voces de Luis Pastor (“Por mucho que a algunos pese, los tiempos están cambiando…”), Chicho Sánchez Ferlosio, Pablo Guerrero, Elisa Serna, Patxi Andion, Rosa León, Luis Eduardo Aute, Víctor Manuel, Ana Belén, Bibiano, Ricardo Cantalapiedra. Está el colectivo singular de La Mandrágora con Joaquín Sabina, Javier Krahe y Alberto Sánchez; los grupos Voces Ceibes (Voces Libres), La Bullonera, Jarcha, La Fanega, Vainica Doble. El poeta Juan de Loxa promueve Manifiesto Canción del Sur, en Granada, donde nace la voz de Carlos Cano. En Aragón, José Antonio Labordeta. En el País Vasco, Imanol, Oskorri. 



Almería, recluida en la periferia y bajo un control férreo del régimen, poco a poco empieza a despertar. La Escuela Universitaria de Magisterio es el principal escenario cultural para los nuevos tiempos. Eran muy esperados recitales de los grandes cantautores. Recital frustrado el 6 de diciembre de 1975, con Rosa León y Luis Pastor; la programación incluía a los cantautores almerienses Miguel Ángel Molina, Jimmy y Manuel del Arco. La censura no permitió la actuación de Rosa León y de Luis Pastor. Pero Rosa León cantó finalmente el 12 de diciembre en Magisterio, en medio del entusiasmo cuando interpretó “Al alba” de Luis Eduardo Aute. Otro gran momento es el concierto de Aguaviva, Que cantan los poetas andaluces de ahora, en febrero de 1976, en el Colegio Stella Maris, entre gritos de ¡Amnistía, unidad y libertad! El gobernador civil, Antonio Merino González, autorizó en febrero de 1976, el recital de Elisa Serna, con la advertencia de que no se permitirían disturbios, y a la que se unió la voz de Marina Rossell. Elisa Serna dedicó el recital “a los hijos de los vencidos”. 


El cantautor almeriense Miguel Ángel Molina, vinculado a las Juventudes Comunistas, es la principal referencia de la canción protesta en Almería, El primer recital de Miguel Ángel Molina  fue en Chirivel, en 1971, con 16 años. Muy vinculado a la canción popular, fue el cantautor almeriense más prohibido. 


La voz de los cantautores, casi siempre entre jóvenes estudiantes y jóvenes trabajadores, recorrió barrios y pueblos de España forjando la toma de conciencia, desde las emociones culturales, sociales y políticas al unísono, para esperar con entusiasmo el futuro libre y democrático que llegaba. 



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