La Inmaculada, cómplice antifranquista

José Luis Masegosa
14:00 • 10 dic. 2018

La jornada de ayer concluyó, acaso, el mayor y más disfrutado puente laboral de cuantos se celebran a lo largo del año. Un puente generado por la celebración de dos grandes fiestas: una, la conmemorativa de la aprobación de la Constitución del 78, de carácter civil, y la otra, la de la festividad de la Inmaculada Concepción, una efeméride exclusiva de la religión católica, pero que se halla estrechamente vinculada al devenir secular de nuestro país y de sus instituciones. Sin embargo, muy pocos se preguntan por la razón y el significado del día de la Inmaculada, una fiesta que conmemora la defensa del Estado español del llamado dogma inmaculista, un día que, después de muchos siglos, la Administración central lo sigue considerando como uno de los más resaltados festivos del año. 


Cierto es que el anecdotario de la Inmaculada y nuestro país es prolijo y curioso. El 1854, el Papa Pio IX, el padre de los golosos piononos, definió el dogma de la Inmaculada mediante la publicación  de la Bula “Ineffabilis Deus”, que alejaba en el tiempo una prolongada y virulenta polémica entre maculistas e inmaculistas. Algunos meses después se publicó en España dicha bula, si bien no se pudo celebrar, dada la prohibición expresa del gobierno liberal de entonces. Fue Isabel II quien organizó una procesión dentro de palacio y coronó una imagen de la Virgen con motivo de la declaración dogmática, cuya defensa se puso de manifiesto con las numerosas peticiones a la Santa Sede por parte de los propios ciudadanos, reyes y teólogos. No obstante, el origen de la festividad en territorio español radica en el Milagro de Empel, de los Tercios de Flandes: un suceso acaecido entre los días 7 y 8 de diciembre de 1585 a partir del cual la Inmaculada fue proclamada patrona de los tercios españoles y de la actual  Infantería. El referido milagro da cuenta de la desesperada situación que vivieron, en 1585, en la isla de Bommel, en Holanda, los 5.000 soldados del Tercio del Maestre de Campo Francisco Arias de Bobadilla, cuando sus campamentos se vieron inundados por la apertura de los diques de los ríos cercanos, provocada por las tropas enemigas. Solo quedó en pie el monte de Empel, donde la guarnición española se refugió y donde mientras cavaba una trinchera, un soldado compatriota encontró enterrado un objeto de madera: una tabla flamenca con la imagen de la Inmaculada, cuya protección, según las crónicas de los Tercios, permitió que el agua del río Mosa se helara y que la misión resultara, finalmente, un éxito.


La implicación de la Inmaculada en asuntos bélicos, reivindicaciones y luchas no siempre ha estado al lado del poder imperante y oficial. La imagen de la Inmaculada tiene un largo y reivindicado historial en las protestas contra la dictadura franquista, que tal vez desconozcan las recientes generaciones, e, incluso, muchos de los que se batieron contra el régimen del dictador. Por el contrario, otras muchas generaciones que participaron activamente en actuaciones contra el régimen saben del papel que jugó la imagen de la Concepción. A la vieja tradición de ofrecer una vigilia a la patrona, en la noche del día siete de diciembre, junto a los monumentos –“triunfos”- existentes en numerosas ciudades y pueblos, sobre todo en sedes universitarias, se sumaron, en los finales de los años sesenta y los primeros setenta, las organizaciones clandestinas del clero antifranquista, políticos, estudiantes, obreros y profesionales que, en connivencia, clamaban por el fin de la dictadura y la restitución de la democracia y que supieron aprovechar tan piadoso acto. La Salve, que concluía la ceremonia a medianoche, daba paso a las marchas y protestas callejeras nocturnas, que, año tras año, concluían con veloces carreras ante la contundencia de la actuación policial, los temidos “grises”, y con no pocos heridos y detenidos que, tras ser “fichados”, pasaban la noche en los tenebrosos calabozos de la policía, cuyos efectivos de “la secreta” se despachaban a gusto en interminables y torturadores interrogatorios. La Inmaculada, de algún modo y en algunos lugares, también fue cómplice de la lucha contra la dictadura franquista.






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