Ciudadanos, en la encrucijada

Emilio Ruiz
14:00 • 05 dic. 2018

La polarización de los resultados electorales de Andalucía en dos grupos, el de la izquierda, formado por el PSOE y Adelante Andalucía, y el de la derecha, integrado en principio por el PP y Ciudadanos, a los que se ha añadido Vox tras la apertura de las urnas, no es un invento de los medios de comunicación o de los electores. Son los propios partidos quienes lo han determinado. Recordemos en campaña, por ejemplo, a Juanma Moreno (PP) y Juan Marín (Cs) reclamándose para sí la presidencia de la Junta y para el otro la vicepresidencia si la suma de ambas formaciones superaba en votos al PSOE. O a Susana Díaz (PSOE) reclamando a estos dos partidos una postura clara en el caso de de conseguir esa mayoría con los votos del partido de Santiago Abascal. O a Teresa Rodríguez (AA) poniendo un único cordón sanitario favorable al PSOE: el que evitaría el acceso de la derecha al Gobierno de la Junta.


Los resultados electorales surgidos en la noche del 2 de diciembre son inequívocos: la derecha ha obtenido una contundente victoria. Supera a la izquierda en más de 200.000 votos y en más de cinco puntos porcentuales y los diputados conseguidos son 59 frente a 50. Es la primera vez que en unas elecciones autonómicas de Andalucía se produce una situación como ésta. Si hubiera que interpretar el deseo de los ciudadanos andaluces manifestado en las urnas, esta interpretación se traduciría a efectos prácticos en una salida de la izquierda del Gobierno de Andalucía para dar paso por primera vez a un Gobierno de derechas.


Pero los intereses partidistas y las luchas entre partidos no siempre facilitan una interpretación de los datos de forma sencilla. A día de hoy, tres son los candidatos que se han postulado para ocupar la presidencia de la Junta de Andalucía: Susana Díaz, que se considera legitimada por las urnas para llevar la iniciativa negociadora al ser el PSOE el partido más votado; Juanma Moreno, que se ve como legítimo presidente por ser su formación la triunfadora en el polo de la derecha, y Juan Marín, que estima que Ciudadanos es el único merecedor a ese puesto por ser el partido de la derecha que más ha subido en votos y escaños. A Vox le es indiferente que el presidente sea Marín o Moreno.



Pablo Casado y Juanma Moreno han mostrado su disposición a aceptar con agrado los 12 diputados de Vox. El presidente nacional ayer mismo incluso llegó a ofrecer a esta formación la titularidad de algunas consejerías en el Gobierno que se forme. El problema con Vox quien lo tiene es Ciudadanos. El partido de Albert Rivera se encuentra en la encrucijada por dos razones: una, porque no sabe cómo administrar los votos de Vox, que necesita, y otra, porque considera que en unas próximas elecciones generales le puede perjudicar su papel de facilitar el acceso a la presidencia de la Junta de alguien que es militante del “partido de la Gürtel”, como llaman al PP.


El grupo liberal europeo, al que pertenece Ciudadanos, ha alertado a Albert Rivera de la improcedencia de hacer pactos con un partido de ultraderecha. Manuel Valls, candidato franquicia de Ciudadanos a la alcaldía de Barcelona, se ha manifestado en el mismo sentido. Valls tiene experiencias sobradas sobre cómo organizar cordones sanitarios en Francia para evitar el acceso al Gobierno de Marine Le Pen. En esta enloquecida situación en que se encuentra, Ciudadanos se ha sacado de la chistera una propuesta original: que el PSOE facilite con su abstención el acceso de Juan Marín a la presidencia de la Junta. “Queremos un cambio en Andalucía, pero que venga desde el centro y desde posturas moderadas”, ha manifestado José Manuel Villegas, secretario general de Ciudadanos. Susana Díaz ya ha dicho que no, que carece de sentido una renuncia a la presidencia por parte del partido más votado en favor de quien ha resultado en tercer lugar.



Mientras esta intrincada situación se resuelve (y que nadie tenga duda de que se resolverá), Santiago Abascal, presidente de Vox, sigue desplegando su lista de exigencias para apoyar a quien quiera ser presidente de la Junta de Andalucía. La última, el cierre de Canal Sur.




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