Tenemos dos gobiernos amigos

Quien tiene un amigo tiene un tesoro, dice la voz popular. Y esa es la fuente en la que deben estar bebiendo los cargos del PSOE almeriense que insisten estos días en ese fascinante mensaje de que ahora los almerienses tenemos dos gobiernos amigos, uno en Madrid y otro en Sevilla. Y supongo que habrá partidarios que absorban esa idea rápida y discretamente, en plan pérdida leve, y que se sentirán reforzados por la solidez emocional del discurso “amigos para siempre”, que tan buenos resultados ha dado a la rumba catalana y a la Factoría Disney. Hay un amigo en mí, nos canta Pedro y también nos lo canta Susana, que son los Romina y Albano de la felichitá almeriense. Y ya no sé si acabarán haciendo pegatinas, como los establecimientos que se anuncian como “Gay Friendly”, pero esto de los gobiernos colegas tiene ya menos recorrido que una reposición de Verano Azul, porque no es más que volver al discurso lisérgico de aquella conjunción planetaria de gobiernos progresistas entre Obama y Zapatero que se inventó la inolvidable Leire Pajín. Y no se rían, porque de aquello salió catapultada a asesora de Naciones Unidas. Pero volvamos a Almería y a la amistad que nos profesan los gobiernos cercanos y próximos que dicen los cargos del PSOE. ¿Ustedes creen que se puede calificar de “gobierno amigo” al gabinete cuyos ministros no responden o se niegan a recibir al alcalde de Almería por no ser del PSOE? Pero eso, créanme, es lo de menos. ¿Quiere decir el PSOE que el amiguismo o la proximidad afectiva es el elemento que condiciona las actuaciones de sus gobiernos? Eso ya es más serio, porque nos lleva a territorios limítrofes con la tipificación penal. Pues si nos atenemos a los hechos, yo diría que sí: si eres del PSOE te atienden, y si no, que te zurzan. Es un mensaje que sin duda no pasará desapercibido entre los miles de almerienses que no se sienten próximos al PSOE y que, si nos fijamos en los últimos resultados electorales en nuestra provincia, no deben ser pocos.