Un astronauta en la Administración

Francisco Muro de Íscar
00:30 • 19 jul. 2018

Administrar los silencios es muy importante porque mientras no abres la boca, muchos pueden pensar que eres un hombre reflexivo y que detrás del silencio se encuentra la sabiduría. Lo malo es cuando hablas. El nuevo ministro de Ciencia, innovación y Universidades, Pedro Duque, compareció en los Desayunos de Europa Press en medio de una alta expectación.Su nombramiento fue bien recibido, pero una vez que han pasado algunas semanas, hay que pensar que su superministerio ya sabe hacia dónde va a caminar. No parece que sea así, tras la intervención del ministro que confesó que todavía no tiene ni siquiera despacho. Incluso en un momento de su intervención, leyó unas cifras que figuraban en su discurso y comentó: "dice aquí y esto yo no lo sabía...".

Duque estuvo fresco, natural, pero dubitativo en las respuestas, muy poco concreto y despejó algunas preguntas diciendo que le habían "pillado" o que no tenía respuestas para los asuntos que le plantearon: desde los cambios regulatorios a la investigación biomédica, la nueva Ley de Universidades, la investigación médica o las nuevas energías... "Si me habláis de ingeniería aeronáutica puedo decir algo, pero de investigación biomédica...", llegó a decir.


A Duque le conviene hacer un máster en Administración pública y pronto. No sé cómo habrán sentado sus palabras sobre el hecho de que "el que hace el trabajo en Hacienda no sabe lo que se hace en otros Ministerios" y que debería haber "más confianza" por parte de quién reparte y controla. Tiene razón, pero no es políticamente correcto. Si hay un Ministerio importante en España hoy es el de Ciencia, Innovación y Universidades. Crecer en la producción científica, retener el talento, innovar para no quedarnos como país de servicios y convertir la Universidad en un centro de sabiduría, de investigación y de colaboración con las empresas y la sociedad no debería ser un objetivo de partido ni de Gobierno sino de Estado. Pero para eso hay que tener un programa serio, los medios necesarios e implicar a las empresas y a la sociedad. El buenismo no basta. Y, pese a todo, ¡ojalá acierte!






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