Amat ante su decisión más difícil

Pedro Manuel de La Cruz
00:30 • 24 jun. 2018

Cospedal o Soraya, Zoido o Arenas, continuidad matizada o renovación con matices? Gabriel Amat atraviesa estos días un desfiladero tan lleno de sentimientos contradictorios que hubiese hecho cualquier cosa para evitarlo. Pero la realidad se acaba imponiendo siempre a los deseos y la encrucijada que menos deseaba ha llegado.


Las primarias corregidas (otro error) del partido le obligarán a elegir y a optar por una de las dos opciones con mas posibilidades; tendrá que doblar una esquina abandonando la otra y esa decisión, sin vuelta atrás, para un tipo como Amat, buscador incansable de consensos, le rompe emocionalmente. Por eso ha sugerido (o mejor, ha dado la indicación) de que nadie hable. El partido no hará un pronunciamiento explícito, como ha sucedido en Málaga, pero la división de opiniones es una realidad privada, aunque todos callen en público.


Predecir hacia donde irán las preferencias de los militantes almerienses es adentrarse en un laberinto lleno de sombras premeditadas. Donde sí habita más luz es en las presumibles preferencias de algunos de sus dirigentes. (Pero de eso hablaremos la semana próxima).



Comenzando el análisis por la cupula, Amat se encuentra más cerca de Cospedal que de Soraya. La todavía secretaria general ha cultivado con sutileza su relación con el presidente provincial en el último año. Reuniones en Génova, encuentros en la sala de autoridades del aeropuerto de Almería con motivo de alguna escala técnica y conversaciones telefónicas han construido una arquitectura en la que el respaldo de Cospedal a Amat en algunas situaciones ha sido la clave de bóveda.


La desazón llega cuando, en la otra trinchera, Amat otea la presencia de Juanma Moreno y Javier Arenas respaldando a Soraya. Amat puede querer votar a la exministra, pero el presidente regional y su amigo político más sincero esperan con confiada ansiedad su decisión favorable a Soraya. Su permanencia en una orilla o el inicio de la travesía hacia la contraria le provoca tanta incomodidad que acabará produciéndole el sentimiento dolorido del desgarro.



Un desgarro que alcanza los perfiles de abrumador cuando piensa que su decisión no es personal e intransferible. Amat no es un militante sin más incidencia que la que alcanza su entorno mas cercano; ni un dirigente de influencia notable, aunque reducida. Es mucho más. Es la persona que tiene en su decisión la decisión de la mayoría de los militantes almerienses que, en última instancia, optarán por la candidata por la que él se decante. La consciencia de esa realidad le quita el sueño que no le han robado otras circunstancias quizá mas peligrosas. El presidente de la Diputación es una persona de lealtades, para él la amistad, como la palabra dada, es sagrada y tiene más valor que la ley. De ahí su desgarro. 


El azar inesperado de la convocatoria del congreso extraordinario ha provocado, paradojas de la política y la biología, que el dirigente que más va a sufrir en estas duras horas de duda, incertidumbre y desasosiego sea el que menos tiene que ganar o perder en la batalla. Su futuro político no depende de circunstancias internas de partido, solo de su voluntad. Ha llegado hasta donde ha querido llegar y nadie discutirá (o mejor: nadie se atreverá a discutir) la decisión de futuro que adopte cuando lleguen las municipales de la próxima primavera.



Amat recibirá mañana a Cospedal y dentro de unos días a Soraya, hablará con Juanma Moreno y sabrá, sin necesidad de hablar con él, cual es la postura y lo que espera de los militantes almerienses Javier Arenas. Pero será prudente. Quienes quieren situarlo en la incomodidad de ser el verso suelto del PP andaluz desconocen su alergia por el lirismo político. El presidente del PP nunca se ha situado extramuros de la mayoría del partido. Su problema, como el de tantos dirigentes y militantes de la provincia (y de Andalucía y de España) es el desconocimiento de dónde está esa mayoría.


No he hablado con el en las últimas semanas. Sé que su respuesta a mi pregunta sería el silencio. Lo que sí sé, aunque nunca lo dirá, es que sólo una persona podría condicionar su voto: Mariano Rajoy. La relación política y personal de Amat con el expresidente del Gobierno (y su admiración por Mariano, como él le llama) me hace escribir con certeza que una palabra suya, una sola palabra, bastaría para sanarle en estas horas de incertidumbre y desazón. Esa palabra no llegará.


Durante los días que faltan hasta el cinco de julio, en que están convocados a votar, los miles de militantes del PP en Almería y decenas de dirigentes andaluces y nacionales van a valorar todos y cada uno de los gestos del presidente provincial. Nunca se habrá sentido más observado.


Al final, en uno de estos atardeceres previos a la batalla, se irá al campo; cortará algunos de los productos que aún quedan prendidos bajo los invernaderos en esta campaña tardía y mientras cocina una cena apresurada en la soledad de su cortijo tomará la decisión. Le costará trabajo. 


Pero será entonces y solo entonces cuando comenzará a reconciliarse con el sueño roto por una guerra que lo ha situado en la primera línea de fuego y en la que nunca creyó que iba a llegar.


Temas relacionados

para ti

en destaque