Puenting sin medir la cuerda

Estarán contentos. Me refiero a los socialistas almerienses que se lanzaron a organizar unas elecciones primarias con la inconsciencia suicida del que salta a hacer puenting sin comprobar antes la medida de la cuerda. Y ahora, muchos metros más abajo, entre el amasijo de carne y huesos que ha quedado tras semejante golpe de transparencia, se pueden seguir escuchando voces críticas con el proceso, con los modos, con los tiempos y con las formas. Y ya no se trata de decidir si ahí hay un hombre que dice ay, o una mujer que dice uy. Lo que importa ahora es que el PSOE, que se metió voluntariamente en el berenjenal de las primarias para ganar el relato de la credibilidad y presentar un cartel ganador, ha acabado perdiendo la credibilidad y presentando un cartel lleno de lamparones. Destituir al entrenador a dos días de un Mundial es  una pifia menor que la que ha cometido el PSOE almeriense a un año de las elecciones municipales, porque a ver cómo se borran de ese cartel electoral todas las pellejerías que han venido salpicando al proceso. Si creíamos que no podía haber nada más chusco que la afiliación express de un variado granel de perfiles bajos, llegó luego la confesión, con voz distorsionada en Onda Cero, del mercadeo de afiliaciones a cambio de puestos de trabajo por parte de una de las candidatas, que además había sido delegada de Empleo de la Junta. Y por si no había ya bastante bochorno, llegó el esperpéntico debate que protagonizaron los dos candidatos, culminando todo el disparate en  una jornada electoral apoteósica, con amagos de enganche entre militantes, gritos, insultos, recuento de votos con los afiliados separados de las urnas por cintas de la Policía Local, y la petición de comisión de investigación e impugnación por parte de la facción perdedora. Un éxito sin precedentes. Estarán contentos, claro que sí, pero en los demás partidos.