Cuando la patada es en tu puerta

José Fernández
07:00 • 25 may. 2018

Una de las consecuencias inevitables de esa corriente política que consiste en pasarse el día lanzando consignas prescriptivas (bien en las redes sociales, o bien en forma de titulares confitados) es que tarde o temprano todos quienes así se comportan acaban cayendo en la contradicción o la incongruencia, porque es mucho más fácil idear y difundir lemas que vivir de acuerdo a ellos. Y eso, en un país tan inclemente como España, acarrea el ridículo, el bochorno y la denostación. Pero no nos desviemos, que no quiero hablar hoy de eso. Me refiero a los efectos que tiene esa manía de convertir la acción política en un púlpito desde el que impartir continuas lecciones morales que consisten en ponerse a uno mismo como ejemplo de rectitud y de decencia, para compararse de ese modo con los rivales, a los que se les atribuye un amplísimo catálogo de miserias y disfunciones éticas. Pero como digo, quien así se comporta actúa como un arquero imprudente que disparase sus flechas hacia arriba sin pensar que, tarde o temprano, la naturaleza de las cosas hará que esos mismos dardos vuelvan apuntando a quien con tanta fuerza los lanzó. Y no estoy hablando de la lujosa residencia que acaba de adquirir una conocida pareja de apóstoles de la precariedad, sino de algo más cercano. Hablo de los intentos que está haciendo la Junta por recuperar por todos los medios la posesión de las cuarenta y ocho viviendas sociales que tiene ocupadas -con k- en Almería. La Junta, ese parque temático de las bondades sociales ¿desahuciando al personal? ¡No puede ser! Y mientras que la Junta trata de llevar a cabo esta operación con la máxima discreción posible, el consejero de Vivienda, Felipe López, acaba de reiterar el compromiso “firme y serio” de la Junta “para mantener el apoyo a las familias más vulnerables”. A ver cómo se entiende eso. Está claro: haced lo que yo os diga, pero no hagáis lo que yo haga. 






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