Podemos entender la memoria como un juego de espejos rotos, como escribió Borges, o algo menos lírico, como es la capacidad de nuestro cerebro de retener información y recuperarla voluntariamente. A mí me gusta más la primera, pero entiendo que la segunda versión es más práctica para lo que vengo a decir. Y lo que quiero decir es que estos días he vuelto a acordarme de cuando el aparato del PSOE, con el inolvidable Rodríguez Zapatero al frente, fulminó el Plan Hidrológico Nacional que había puesto en marcha el gobierno de José María Aznar a los diez minutos de poner el pie en Moncloa. He visto estos días las imágenes de las riberas del Ebro anegadas, con los campos de cultivo arruinados y con la gente en alerta por si tenían que salir huyendo de un agua que lo inundaba todo. Y la memoria me ha jugado una mala pasada, porque he recordado hechos, declaraciones y circunstancias que sucedieron en el pasado.
Y digo que es una mala pasada porque ya nadie puede volver a esos días, igual que tampoco podremos volver a tener los recursos europeos que pagaban ese trasvase del agua sobrante del norte al reseco sureste. Y a medida que he visto en los informativos cómo se perdía en el mar un agua que en Almería significa la vida, he vuelto a recordar que aquella derogación se debió, sencillamente, a que los nacionalistas catalanes lo exigieron a cambio de su apoyo parlamentario al PSOE. Ni más, ni menos. Pensar en cómo podrían ser ahora las cosas si en España hubiéramos tenido una política hidrológica más hidrológica que política, es un empeño vano que tan sólo nos conduce a la melancolía. Vertebrar a España con infraestructuras capaces de superar el limitado y limitador concepto de los territorios y los aldeanismos está muy por encima de las capacidades de muchos políticos que tenemos y hemos tenido.
Recuerde el alma dormida, avive el seso y despierte: así se va el agua de nuestra vida al mar. Y eso es el morir.
Consulte el artículo online actualizado en nuestra página web:
https://www.lavozdealmeria.com/noticia/9/opinion/150446/tirar-el-agua-al-mar-es-el-morir