Manifiesto Plataforma 8M en Almería

La columnista dedica su espacio semanal en estas páginas a recordar el manifiesto de la Plataforma 8M leído este jueves con motivo de las movilizaciones por el Día

Mar Verdejo
01:00 • 10 mar. 2018

Hoy mi espacio en la columna lo voy a ceder al manifiesto de la Plataforma 8M de Almería, desde donde damos las gracias por la participación histórica e inédita en la manifestación convocada por los derechos de la mujer. Gracias a todas las que salisteis a la calle y no entrasteis en las provocaciones y menosprecios. Estoy orgullosa de caminar junto a vosotras. No nos lo han puesto fácil, y aún así no os habéis rendido, siempre combativas y rebeldes. Sin recursos ni medios, demostrando que la creatividad y la constancia son las claves para resolver los problemas. Siempre creando belleza, incluso con ternura y amor desde la sororidad en todos los actos que hemos organizado. El trabajo siempre se ha hecho con alegría y de manera entusiasta sabiendo que estábamos haciendo historia. Gracias, mil gracias, aún estoy emocionada. Un abrazo colectivo más feminista que nunca.


JUNTAS SOMOS MÁS. Cada 8 de marzo celebramos la alianza entre mujeres para defender nuestros derechos conquistados. Fue la unión de muchas mujeres en el mundo, la que consiguió grandes victorias para todas nosotras y nos trajo derechos que poseemos hoy. Nos precede una larga genealogía de mujeres activistas, sufragistas y sindicalistas. Sin embargo, sabemos que aún no es suficiente: queda mucho por hacer y nosotras seguimos luchando.
Nuestra identidad es múltiple, somos diversas. Vivimos en el entorno rural y en el entorno urbano, trabajamos en el ámbito laboral y en el de los cuidados. Somos payas, gitanas, migradas y racializadas. Nuestras edades son todas y nos sabemos lesbianas, trans, bisexuales, inter, queer, hetero… Somos las que no están: somos las asesinadas, somos las presas. Somos TODAS.
Hoy somos la voz de las que hoy no pueden estar con nosotras: por las asesinadas a causa del terrorismo machista: 99 en 2017 y 9 en las que llevamos de año; por las trabajadoras del hogar, esas mujeres que no pueden permitirse una huelga de cuidados porque de ellas depende el sustento de su hogar; por aquellas a las que no se les ha permitido hacer huelga dada la precariedad de su situación laboral: las camareras de piso, limpiadoras, las envasadoras y demás trabajadoras que están siendo explotadas en el sector agrícola; por las mujeres inmigrantes y en riesgo de exclusión social que son aún más invisibilizadas. 
Hoy, 8 de marzo, las mujeres de todo el mundo estamos convocadas a la HUELGA FEMINISTA. Juntas hoy paramos el mundo y gritamos: ¡BASTA!


¡BASTA! De agresiones, humillaciones, violencias machistas, cotidianas e invisibilizadas, que vivimos las mujeres sea cual sea nuestra edad y condición. Exigimos que el Pacto de Estado contra las violencias machistas –insuficiente– se dote de recursos y medios para el desarrollo de políticas reales y efectivas que ayuden a conseguir una sociedad libre de violencias contra nosotras. QUEREMOS poder movernos en libertad por todos los espacios y a todas horas. 
¡BASTA! de discriminación salarial por el hecho de ser mujeres, de menosprecio y de acoso sexual en el ámbito laboral. PARAMOS porque seguimos con una brecha salarial que nos afecta a todas: dos meses al año trabajamos gratis. Huelga contra los techos de cristal: los trabajos a los que logramos acceder están marcados por la temporalidad, la incertidumbre, los bajos salarios y las jornadas parciales no deseadas. Y si conseguimos un mejor trabajo, nos encontramos con que los puestos de mayor salario y responsabilidad están copados por hombres. 
La huelga también se extiende a los cuidados en la familia y la sociedad, dando visibilidad a un trabajo que nadie quiere reconocer. Porque sin nuestro trabajo sumergido y de cuidados continuos se colapsaría el sistema. Exigimos que el trabajo de cuidados sea reconocido como un bien social de primer orden, y exigimos la redistribución de este tipo de tareas.
Queremos aprovechar para sumarnos a la lucha por las pensiones que nos hemos ganado. No más pensiones de miseria, que nos obligan a sufrir pobreza en la vejez y que no reconocen el gran esfuerzo invertido en trabajos tan precarios como el agrícola o el de cuidados. 




PARAMOS de consumir porque somos las mayores consumidoras de los mercados de nuestros barrios, pueblos y ciudades. Necesitamos un consumo alternativo que respete nuestros derechos y nuestras vidas. Apostamos decididamente por la soberanía alimentaria de los pueblos. Apoyamos el trabajo de muchas compañeras que ponen en riesgo su vida por defender el territorio y sus cultivos. 
PARAMOS en las aulas porque siguen sin ser un espacio seguro para nosotras a causa del sexismo y la discriminación. Por ello las estudiantes, las maestras, la comunidad educativa y todo el movimiento feminista exigimos nuestro derecho a una educación pública, laica y feminista. Por una educación y formación que no relegue nuestra historia a los márgenes de los libros de texto. ¡No somos una excepción, somos una constante que ha sido callada!
¡BASTA! ¡De opresión por nuestras orientaciones e identidades sexuales! Por una formación afectivo-sexual que nos enseñe en la diversidad, sin miedos, sin complejos, sin reducirnos a meros objetos y que no permita una sola agresión machista ni LGTBIfóbica en las aulas.
¡BASTA! De ser utilizadas como reclamo, de las presiones sobre nuestra estética. Exigimos ser protagonistas de nuestras vidas, de nuestra salud y de nuestros cuerpos. Exigimos también la despatologización de nuestras vidas, nuestras emociones, nuestras circunstancias. ¡Basta de considerar nuestros procesos de vida como enfermedades!
La sororidad es nuestra arma; es la acción multitudinaria la que nos permite seguir avanzando. La fecha del 8 de marzo es nuestra, internacional y reivindicativa. Hoy, la huelga feminista no se acaba porque seguiremos hasta conseguir el mundo que queremos.






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