Andalucía puede quedarse sin bancos

Emilio Ruiz
01:00 • 24 sept. 2017

Desde hace unos años suelo hablar en esta sección de una preocupación que cada vez tengo la impresión de que debe ser exclusivamente mía, por nadie compartida, o sea, sin fundamento, pues no veo que el asunto intereses en otros medios. Si no se ponen remedios Andalucía, la comunidad autónoma más poblada de España, puede quedarse sin entidades financieras propias. Así de simple. De ser una de las zonas de España con uno de los sistemas financieros más potentes podemos pasar a convertirnos en un desierto bancario. Quien lo desee puede hacer un recuento del número de entidades financieras andaluzas que ya forman parte de la historia. Son muchas. Todas y cada una de ellas han ido dando pasos de concentración, fusión y absorción hasta terminar en la desaparición, disueltas en grandes entidades. Además de alguna que otra caja rural de escasa enjundia el sistema financiero andaluz ha quedado reducido a dos entidades: Unicaja y Cajamar. Son las únicas que por su volumen de activos están bajo la supervisión del Banco Central Europeo.
En los últimos meses Banco Popular ha sido vendido por ceros euros a Santander. Y BMN –el banco donde llegó a cobijarse Cajagranada tras despreciar cualquier acuerdo con alguna otra entidad andaluza- ha sido absorbido por Bankia. Dos menos en la lista. A día de hoy, las entidades españolas que están bajo la supervisión europea son Santander (470 mil millones de activos), Caixabank (347), BBVA (346), Bankia (230), Sabadell (148), Bankinter (67) Unicaja (58), Ibercaja (57), Kutxabank (56), Abanca (48) y Liberbank (41). A todos estos bancos hay que añadir la única cooperativa de crédito con supervisión europea, Cajamar (40 mil millones de activos). Había 14 van por 12.
Como se puede observar, el ‘grupo de los 12’ se divide en dos: los que están por encima y por debajo del listón de los 100.000 millones de euros en activos. Son los que están por debajo los que molestan a los ojos del Banco Central Europeo y del Banco de España, que querría verlos integrados en alguna entidad del grupo de los cinco grandes. Estas entidades conocidas como medianas están sometidas a una fuerte presión por los reguladores para que den un paso encaminado a agrandar su tamaño de la forma que sea.
¿En qué situación se encuentran las dos entidades andaluzas? Hay que hacer una distinción. El caso de Cajamar, al tratarse de una cooperativa de crédito, es distinto. Unicaja es un banco. Las cajas rurales se rigen por una normativa específica que precisamente ha sido actualizada hace un par de meses. Cajamar tuvo una visión de futuro que las demás cajas ignoraron. Por eso ahora se encuentra en el mejor lugar de salida para encarar el futuro. Hay que estar atentos al sector de las cajas rurales porque en los próximos meses nos darán muchas noticias.
Unicaja es otra cosa. A pesar de haber integrado en su grupo a las cajas de ahorros de Castilla y León, Caja España y Caja Duero (Banco Ceiss), sigue faltándole fortaleza. Su reciente salida a bolsa ha sido satisfactoria. Si hubiera fracasado, ya estaría en otra órbita. La prensa económica publica estos días que tanto Caixabank como Sabadell no paran de tirarle los tejos. Sería un fracaso de Andalucía.
Por otra parte, Liberbank (la ‘caja amiga’ de Unicaja antes de ser banco) pretende captar en el mercado 500 millones de euros que parecen un imposible. Si esta operación fracasa, que esa pinta tiene, la fusión Unicaja-Liberbank es una alternativa muy razonable. La operación supondría otra ampliación de capital de Unicaja. Tras el éxito alcanzado en la salida a bolsa (salió a 1,10 y el viernes cerró a 1,31) es perfectamente viable.







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