Aquellos años terribles

Se han cumplido cuarenta años de la semana trágica de la Transición. Hoy, las pistolas han sido sustituidas por las palabras y las imágenes de twitter. Se delinque por

Fausto Romero-Miura Giménez
01:00 • 29 ene. 2017

El martes, día 24, sin gloria –y lo que peor, sin pena- se cumplieron cuarenta años del asesinato de los abogados del despacho laboralista de Atocha, de CC.OO., cometido por sicarios de la más feroz ultraderecha -Fuerza Nueva- y por el secretario del Sindicato del Transporte, falangista, cuyo Convenio colectivo se estaba negociando. 
Apenas un mes antes se había aprobado en referéndum –por el 97’4 de los votantes- la Ley para la Reforma Política; UCD no se había constituido como Partido político,  PSOE y PCE no estabas legalizados, y Suárez era Presidente porque lo había nombrado el rey, a dedo. Seguían en vigor las Leyes Fundamentales del franquismo. Las primeras elecciones democráticas se celebrarían seis meses después, el 15 de junio. Ése era el escenario. 
Los pistoleros asesinaron a los abogados Enrique Valdelvira, Luis Javier Benavides, Francisco Javier Sauquillo y Serafín Holgado, y al administrativo Ángel Rodríguez. Manuela Carmena, la hoy célebre alcaldesa de Madrid, miembro del Despacho, salvó la vida por estar ausente. Dejó la abogacía y se hizo jueza.
Los sicarios actuaron a cara descubierta y, en su chulería, acudieron al juicio con la camisa azul de Falange. Dos de ellos, y la novia de uno, fueron detenidos en Almería, donde se habían refugiado.
Comenzó así, el lunes negro, la conocida como “la semana trágica” de la Transición.
El domingo día 23, un Guerrillero de Cristo Rey, asesinó a Arturo Ruiz, estudiante. El lunes, murió otra joven estudiante, María Luz Nájera. Ese mismo día, el GRAPO secuestró al Teniente General Emilio Villaescusa, presidente del Consejo Supremo de Justicia Militar. Y para acabar el día del horror, se produjo la masacre del despacho de Atocha.
El viernes 28, el GRAPO asesinó a dos miembros de la Policía Armada y a un Guardia Civil, cuyo entierro generó tremendos momentos de tensión entre los propios militares. 
Suárez dijo que la pretensión era que se identificara democracia con desorden para propiciar, así, un golpe de Estado. De hecho, varios altos mandos militares visitaron al rey para que sustituyera a Suárez por un militar.
La ciudadanía se alineó con el Gobierno y reforzó su apuesta ilusionada por la democracia. Y, por primera vez en la historia, toda la prensa, muy poderosa entonces, publicó el mismo editorial, “Por la unidad de todos”. 
El entierro de los asesinados en Atocha fue la mayor concentración cívica conocida hasta entonces en Madrid y la  presentación en sociedad del Partido Comunista, que se encargó del servicio de orden. Fue todo tan solemne y modélico -el propio rey sobrevoló en helicóptero la grandiosa manifestación- que constituyó un poderoso aval para la legalización del PCE apenas dos meses después, el 9 de abril, el sábado santo rojo. 
Añado, sólo, que ETA asesinó a trescientos sesenta y seis ciudadanos –la mayoría militares de alta graduación, Guardias civiles y Policías- en los cuatro años y medio de la Presidencia de Suárez.
En ese clima de horror se inició la Transición, no tan idílica como tendemos a recordar. 
Yo, militaba con ilusión en Izquierda Democrática. Ahora, soy un descreído.
No había ordenadores, fax, telefoninos ni otro medio mecánico de comunicación que el teléfono tradicional, ahora casi desaparecido.
Hoy en día las metralletas y las pistolas han sido sustituidas por las palabras y las imágenes. Me refiero a twitter y, supongo, a todas las maléficas redes sociales. Tan es así que el Código Penal ha tipificado el delito de odio. Y se delinque por puro exhibicionismo, para publicar los vídeos: violadores, asesinos de mendigos, apaleadores de jóvenes, acosadores..., amparados en el anonimato cobarde de las palabras sin cara ni cuerpo. Vivimos en una sociedad despersonalizada en la que proliferan los cobardes y cretinos anónimos y digitales. Platón decía que el lenguaje emite una triste sombra del lenguaje de las ideas. Y Nietzsche: son las palabras las que forman el pensamiento. Somos palabras. 
¿Puede pensarse en 140 caracteres? 
Estamos haciendo una sociedad literalmente deshumanizada, como lo prueba que el cafre déspota y fascistoide que se ha hecho con el mando en EE.UU., difunda sus ¿pensamientos? por twitter, y que los Jefes de Estado, y los políticos en general, usen los 140 caracteres como medio de ¿comunicación? entre sí y con la ciudadanía.
La comunicación se ha convertido en una simplificación. 
Y luego nos extraña que un menor apuñale a sus compañeros de clase. ¿Quién integra y educa a los jóvenes en una familia y una sociedad nomofóbica?
¿Hemos mejorado?
Los muertos viven en la memoria de los vivos. Yo,  recuerdo emocionadamente a las víctimas de la Transición, en cuya memoria y honor escribo este artículo.


Susana, de gira


Al cabo de más de un año de su nombramiento como Alcalde de Almería, la Presidenta de la Junta de Sevilla ha accedido a verlo. En el curso de su gira preelectoral para la Secretaría General del PSOE, ha visitado Almería y, en esencia, ha dicho sí a todo, lo que me espeluzna, pues la política se apoya más en el éxito que en la verdad. Y el éxito requiere la demagogia.
Mientras, Pedro Sánchez, el de los resultados históricos, ha dicho en tierra de Susana que se presentará a las primarias.
¡Pobre PSOE!




El pecado de Aznar


Para la iglesia católica, la soberbia es un pecado capital, fuente de otros muchos. Aznar, se jacta de ser católico practicante. ¿Se habrá confesado alguna vez, previo examen de conciencia y propósito de la enmienda, de ese pecado? No. Más parece que fuera él y no Juan Ramón quien escribió el verso “enséñale a Dios a ser tú”. 
Ahora ha dicho que la España gobernada por Rajoy está “desvertebraba social, territorial y económicamente” y, desde su marcha de la Presidencia no hay nada que celebrar.
¡Qué cruz!




Trump y Caballo Loco


El General Custer, al mando del legendario Séptimo de  Caballería, murió en la batalla de Little Big Horn, contra los indios sioux, a quienes había ido a buscarle las cosquillas, al mando de Caballo Loco, que le arrancó la cabellera.
Ahora, Trump ha vuelto a declararles la guerra –sólo cambia que, hoy, el Caballo Loco es él- ordenando la reanudación de las obras del oleoducto que atraviesa el territorio sioux y sus lugares sagrados.
¿Se imagina a Trump escalpelado, sin cabellera? Descapotado, ¡se moriría!




 



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