Ha vuelto al fútbol porque el equipo de su hijo (que juega de delantero) necesitaba de su ayuda. Portero de toda la vida y con un palmarés al alcance de pocos en aquellos campos de tierra del pasado siglo; peina canas a los 59 años el mítico Pepe Salinas, al que no hubo dinero para firmarlo si antes había dado su palabra a otro club.
Hombre de ley
Le perdí la pista hace tiempo pero con motivo del partido Huércal-Dofer Dalías aparecía en el banquillo del equipo visitante un entrenador llamado Pepe Salinas. Uno pensaba que estaba alejado de los campos pero su hijo ahora compite y un padre nunca falla.
Salinas jugaba por afición y siempre cerca de su casa en La Rábita (Granada). Tuvo claro que el fútbol era un premio y con buenos contratos siempre tuvo claro que la familia era lo primero. Un día vino el Mármol Macael a firmarlo pero había dado su palabra al Poli Ejido y no hubo manera de convencerle “no era cuestión de billetes el tema”.
Con el Adra hizo camino de ida y vuelta ya que “firmé con ellos, me fui a La Rábita, Atlético Macael, Nástic de Tarragona y cuatro años inolvidables en el Poli Ejido antes de volver a Miramar”.
Ahora entrena al Dalías pero “se trata de intentar que el equipo siga compitiendo y ayudando a mi hijo que ha salido delantero”. Tuvo que renunciar por la muerte de su suegro a buenos contratos y “siempre quise estar cerca de casa”.
Le recordaremos por su señorío y por tener palabra de honor. “Un hombre se tiene que vestir por los pies y cumplir siempre todo lo que promete”, dice.
Salinas ahora vive en Adra y es comercial “de una empresa de frutas y verduras de El Ejido”. Nunca ha mirado el dinero para jugar o entrenar y dice que “no hice fortuna en el fútbol pese a que viví como un profesional”. Dice que su hijo busca siempre el gol y “el puesto de portero es muy sacrificado”.
Fue el mejor portero de la Tercera a nivel nacional con un Atlético Macael que presidía Pedro Pastor.
Muy valiente
Paco Polo, Manolillo, Simón, Callejón, Cantarutti... fueron sus compañeros en aquel Poli que “hizo historia con unos números impresionantes en Tercera División”. Siempre le gustó mandar desde la portería porque tiene claro que: “el portero ve el fútbol como nadie y debe de colocar siempre a su equipo”.
Tuvo muchos escudos para besar pero “a todos los defendí con orgullo y me costaría elegir uno, porque siempre fui valiente en mis actuaciones y di todo en el campo. Me gustaba mucho dominar el área”.
Ahora a los 59 años sigue disfrutando del fútbol que tanto le dio, y sin rencor por no haber ganado el doble, siendo un portero de categoría y un hombre de ley.
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