Un chico de barrio que se puso el mundo de sombrero

Tony Fernández

Juan Francisco Rodríguez Márquez campeón de boxeo

  • La Voz

No saben en Almería que los del barrio de Los Ángeles somos más chulos que un 8. Salimos a la calle y nos saludamos mil veces. Somos así, Sin el barrio y sus gentes nuestra vida no tiene sentido. Todos somos una familia y lo que voy a contar es la Misa. Serían cerca de las once y media de la noche del Martes Santo. Venía con mi mujer, Copy, por las barandillas a la altura del estanco cuando sonaba una ambulancia. Se me aceleró el corazón, porque mi madre vive en la Torre 3. Pasó de largo y se paró en la puerta de la Iglesia y me dije, “viene a por Juanito”. Verás tú como va a ser Juanito y...


Me llama Carlos No les voy a cansar con los logros deportivos de Juanito Rodríguez, porque me faltarían páginas en LA VOZ. Lo que les quiero contar es todo lo que se me vino a la cabeza cuando mi hijo (que compartía habitación con Juanito en los viajes de la Peña Milhojas), me dijo que había muerto Juan.


Lo sabía, me lo dijo el corazón. No me paré y pasé de largo junto a la ambulancia: no quería admitir lo que podía estar pasando y luego sucedió. Sabía que estabas mal y te necesitaban en el cielo.


El cura no puede Acabo de llegar a la Iglesia. Te veo solo (como tantas veces solo), junto a dos operarios de la Funeraria. Ya sabes Juanito que en nuestra Iglesia se entra por la puerta de atrás. Me pongo triste y entro buscando sitio entre los hijos de Juana la panadera. Veo a tu mujer y a tus niñas Milagros y Leticia, y me acuerdo de tu hijo Juan Francisco, al que abrazaste en el cielo. Pido datos a uno de los hijos de Juana. No me acuerdo de su nombre. Qué te voy na contar si en el barrio somos así.


Perdona Juan, que acabas de entrar y va a empezar la Misa. Algo falla, el cura se atranca, no es capaz de articular palabra, está llorando. No sé cómo se llama, sabes que no voy mucho por la Iglesia. Luego le pregunté y me dijo que es Francisco Sáez. Buen cura, pero me ha chivado que eras del Barça y nos ha contado que has sido un gran vecino. Nos ha emocionado a todos con tu vida sencilla. Del apego a tu barrio y a sus gentes. No somos nadie sin el barrio y sin sus gentes Juanito.


Barrilado no para Han entrado el presidente del Aguadulce, Yeste, y Paco Barrilado, que se ha puesto a hablar a mi lado y el cura le va a sacar tarjeta. Está nervioso, triste, afectado, otro campeón como tú. No veas cómo está la Iglesia, perdona que viene el Evangelio. Veo a Pepa Salvador, la viuda de Picón, y me acuerdo cuando desde mi ventana te vía llegar de Madrid tan chulo con el chándal de la Selección Española mientras tu padre daba brillo al R-8 y tus hermanos volvían de entrenar. Tu hermana siempre ayudando a tu madre y yo comprando el  AS para recortar tus éxitos que eran los de todo el barrio.


Francisco Sáez vuelve a llorar, le puede el ambiente, acaba de coger una rosa y la ha bañado en agua bendita para bendecir tu féretro. Ya queda poco Juanito, muy poco.


Ortega lo borda Acaba el cura de dar la bendición y sube al estrado Juan Ortega Beltrán. El que te hizo la última entrevista y ha puesto la iglesia patas arriba. “Con Juanito se cierra una saga de grandes boxeadores. Ha sido un gran campeón. Orgullo de España y leyenda de Almería”. No podemos más Juanito, estamos aplaudiendo. Palmas a ti, con todo lo que te aplaudimos en vida.


Me despido de los hijos de Juana la panadera, tu hermana se casó con uno de los mejores. Son tan buenos que... perdona que viene Pepa Salvador y me ha pegado cuatro besos. Es la vecina de mi madre y la cuida mucho.


Salimos a la puerta y me encuentro a Andrés Guirado, ‘El Conejo’, ahora llega su esposa. Nos damos un abrazo y te recordamos los viernes tomando churros en el Bar Bola Azul. Allí, hablando de Almería y de mi hijo Carlos, al que tanto querías y con el que compartías habitación en los viajes con la Peña Milhojas.


Vaya, se me ha escapado Juan Ortega, que le quería felicitar y darle dos besos. Me voy,  que tengo que ir a Correos y son las siete y cuarto. Por cierto, que a tu mujer y a tus niñas no les he dado el pésame porque ya no se acuerdan de mí. Ha pasado tanto tiempo...


Me gusta ir a Misa y la tuya ha sido preciosa Juanito. Tu vivías encima de la Iglesia de Los Ángeles y el cura era tu vecino:  qué quieres que te cuente.


Toda una vida Nos conocimos en 1968. Nuestros padres eran amigos y con tu hermano José Luis compartía clase en el Colegio Virgen del Mar. Tu padre era la estrella de aquellos tiempos. Me contaba mi padre que fue campeón de España y luego tú te pusiste el mundo por sombrero y lo ganaste todo sin moverte del barrio.


Siempre me he sentido orgulloso de ti. He guardado tus logros y cada vez que te veía te saludaba no con el afecto de otros vecinos. Lo que siempre he sentido por ti era pura admiración. Conocerte y que fueras de mi barrio ha sido lo más grande. No supe transmitirle a mi hijo Carlos tu grandeza deportiva, pero de la personal ya te encargaste tú.