Clemente Gerez lleva la luz de Almería al Alto Loira

Clemente Gerez, el pintor garruchero maestro de la luz y del silencio, se ha aventurado en una nueva exposición itinerante por territorio francés. Se trata de 37 composiciones de 1,20x1,20 de su característica obra que ya se han mostrado en el Consejo Regional de Auvergne-Rhone, en Clermont-Ferrand. De allí han pasado a Lyon y en marzo finalizará la muestra en el Consejo Departamental del Alto Loira con la presencia  de la ministra francesa de Cultura Roselyne Bachelot. Se trata de una exposición que lleva por título ‘Sol del sur’, en homenaje a Federico García Lorca, en la que el artistas del Levante almeriense ha llevado la luz de sus cuadros del sur a una de las zonas más frías del país vecino.

Los organizadores, distintos ayuntamientos de esa región francesa, han tenido en cuenta para seleccionar la obra de Clemente Gerez, la compenetración de sus pinceles con la temática del universal poeta granadino. Los lienzos de Félix Clemente, que compone con la paciencia de un relojero en su estudio del Malecón Alto, bajo una palmera africana y una casa morisca, se columpia en el recuerdo de tiempo que ya se fue y que ya nunca volverá. El artista autodidacta se afana cada tarde con su espátula en mirar lo que un día vio con ojos de niños.

 Y así surgen como por ensalmo bigardas mujeres, bajo negros nubarrones, que esperan a sus hombres pescadores a que vuelvan con el trasmallo con un candil en la mano; mujeres sin rostro que dan la espalda al observador, con sus enaguas y delantales, que sostienen a niños pelones, mientras las  frías olas les mojan los tobillos. Uno de esos niños que aparecen en esos cuadrados ahora por tierras francesas, fue alguna vez el propio autor, junto a barcas de vela varadas en la arena y otras en el horizonte del Playazo.

En otros lienzos, el pintor nos hace visita un espacio de casitas encaladas con arcos de medio punto junto al que abrevan burritos como el de Juan Ramón Jiménez, con sus aguaderas de esparto sobre su vientre azulado.

Clemente Gerez, cuya obra ha recorrido medio mundo, ha sido definido de muchas maneras. Quizá hay que quedarse con el de maestro de la luz, porque es eso lo que irradia a borbotones su obra, con la que ha cautivado con la misma fuerza a nativos como a forastero, a sesudos críticos como a espontáneos admiradores.