‘Fi Cálamo’, de Juan Antonio Moreno Ávila

“Con este nuevo poemario, el poeta parece alcanzar la madurez del dolor”

Juan Antonio Moreno Ávila, fotografiado por Lorena Túnez Sánchez.
Juan Antonio Moreno Ávila, fotografiado por Lorena Túnez Sánchez. La Voz
Isabel G. Caro
00:42 • 20 mar. 2021 / actualizado a las 00:43 • 20 mar. 2021

Juan Antonio Moreno Ávila silencia el ruido. Su último poemario confirma lo que ha ido construyendo a lo largo de los años: un tablero de ajedrez sobre el que el lenguaje y los símbolos debaten acerca de la angustia y lo lúdico. Y, una vez más, inicia el misterio de su poesía con el título elegido. Qué es ‘fi’ y dónde nos sitúa. Qué es ‘cálamo’ y de dónde nos mueve: “una falta en la escritura es, en ocasiones, llamada lapsus calami, equivalente, en un texto, al lapsus linguae oral”.



El libro se arma con diversos apartados que son, a su vez, habitáculos de una casa-universo por la que transita el poeta. Hace un tiempo, dije de su poesía que lo liviano y lo pesado, el error y el acierto, el todo y la nada dialogan con la esencia del ser humano (los rostros y las máscaras) y, a su vez, con el infinito: es decir: humano versus humano: humano versus cosmos: cosmos versus infinito. Humano versus infinito. Infinito: lo que contiene todos los números y a su vez no contiene nada. Ahora, con este nuevo poemario, el poeta parece alcanzar la madurez del dolor, si eso fuera posible y no fuese en sí mismo algo inalcanzable. Los versos paren el terrible asombro de lo cotidiano y elevan a condición de hormiga al tiempo y al universo: Dios descansa junto a los pistachos. Los contrastes entre el elemento rutinario y reconocible y la metáfora de lo sorpresivo, de lo abstracto provocan un juego que parece balancearse sobre dos ejes en sutil equilibrio: el tiempo y la nada.



La mayoría son poemas pequeños como haikus abatidos como el cuello de un cisne negro que nos explicara en estos aforismos poéticos la filosofía de lo absurdos que somos: “aceptar que aceptar/ suele ser utopía”. Hay un constante cuestionamiento del yo y su dualidad sostenido por las constantes preguntas que ensanchan el  carácter filosófico de esta poesía a través de la indagación en el ser humano desde las aristas del dolor, la belleza y la sorpresa. Asistimos expectantes a un lenguaje tejido con carambolas cargadas de ironía y desolación que indaga en todos los objetos del mundo: en un peón y en una nube extraña. 



La máxima de Huidobro de que “el verso sea como una llave que abra mil puertas” se cumple en la poesía de Juan Antonio Moreno Ávila: cada verso, cada breve poema es como un rayo que escinde lo establecido y destapa esos universos dolientes.



En este palimpsesto de metáforas y comparaciones lo que cohesiona todo el poemario es un profundo sentido no común: la inteligencia de una mirada racional y poética que pone el mundo del revés para señalar la desnudez y desamparo del ser humano y que, a modo de esperanza,  “Viene la mente a matarnos/ con su puñal de sombra/ y contraataca la gratitud/ izando la bandera de vivir.”






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