Historias almerienses sobre el paisaje (XVII): Momentos de historia urbana

Una serie que aspira a intervenir en la percepción de la realidad geográfica y territorial

A la izquierda, la ciudad al final del franquismo. A la derecha, el río, nuevo límite de la ciudad.
A la izquierda, la ciudad al final del franquismo. A la derecha, el río, nuevo límite de la ciudad. Rodolfo Caparrós
Rodolfo Caparrós
11:20 • 01 feb. 2021

Una extensa tradición cultural del urbanismo se acerca al conocimiento de la ciudad desde una perspectiva biológica, orgánica. Las funciones de la ciudad son metabólicas, articulares, respiratorias, cardíacas; se ha llegado a hablar de metástasis urbana para describir un proceso de malformación patológica. Siguiendo esa metáfora, podemos hablar de las edades de una ciudad. Como todo organismo vivo, la ciudad vive en tiempo continuo, pero su evolución está jalonada por hitos temporales, momentos significativos en su biografía. Vamos a repasar los de la ciudad de Almería.



Murallas



El cerco de murallas original rodea la medina. Poco después, esa muralla original se complementa con las que cierran los “distritos” de la Hondonada (Al-Hawd), el Oratorio (Al-Musala) y la Ciudadela (Al-Mudayna), situados a oeste, este y norte de la medina, respectivamente. Los poco más de cinco siglos de historia musulmana de la ciudad aparecen presididos por el amurallamiento.






Retraimiento



El final del periodo hispanomusulmán supone un momento de contracción de la ciudad. Su población se reduce considerablemente. El terremoto de 1522 destruye gran parte de la Almedina. Se traza un nuevo lienzo de muralla con bastiones que reduce el perímetro amurallado de una ciudad que inicia su huída de sí misma desplazando su centro de la Almedina a la Musalla. La Almería contrarreformista experimenta una reconversión de ese distrito: de Oratorio a huerta conventual.



Derribar las murallas: el grito del urbanismo burgués



Como tantas otras ciudades que vivían constreñidas por las murallas y las ordenanzas militares que restringían la construcción extramuros, la Almería burguesa encuentra su momento de expansión con la demolición de las murallas, a mediados del XIX. Junto al esplendor de la ciudad en el s.XI, éste es uno de los momentos brillantes de la historia de una ciudad que latía entonces con el reloj de la modernidad. El trazado del Paseo y los ensanches burgueses, la construcción del puerto, la canalización de la Rambla y la llegada del ferrocarril son los grandes hitos de este periodo, que dotó a la ciudad de un repertorio arquitectónico destacable de la mano de los arquitectos de las instituciones públicas: Trinidad Cuartara en el Ayuntamiento y Enrique López Rull en la Diputación.




Los franquismos

A nuestros efectos, se pueden distinguir al menos dos franquismos: uno intervencionista, que se enfrenta a una crisis habitacional mediante numerosas actuaciones de vivienda pública, a través del Instituto Nacional de la Vivienda; otro liberal y mercantil, que desregula el mercado del suelo permitiendo la destrucción de la ciudad horizontal durante el desarrollismo. Esta etapa, que siempre es descrita con “trazo grueso”, encierra muchas de las claves que permiten explicar el posterior devenir de la ciudad.


Hacia la ciudad actual

En el contexto de un intenso y sostenido crecimiento demográfico y urbanístico, la ciudad actual va solucionando los problemas de suministro de bienes urbanos (vivienda, equipamiento, espacios públicos) al mismo tiempo que va acumulando problemas estructurales: la separación del puerto con la ciudad, la permanencia de la discontinuidad ferroviaria, la marginalidad de los bordes urbanos, la permanencia de carreteras dentro de la ciudad, la crisis de centralidad.


La canalización y urbanización de la Rambla y el paseo marítimo forman con el Parque una “T” verde invertida que ocupa el primer nivel en la red de espacios libres de la ciudad. Los distintos tramos de la Avenida del Mediterráneo son el soporte de las operaciones de suelo que van conformando la ciudad en el cambio del siglo XX al XXI. La trama urbana ocupa la vega de Acá. Este debería ser el último recurso  de una ciudad muy necesitada de operaciones de cualificación. Sin embargo, la secuencia de usos con que se dibuja el contacto de la ciudad con el río Andarax (sector 20, el Puche, Recinto Ferial, instalaciones deportivas privadas, parque del Andarax) nos indica que la ocupación de la vega no va a mejorar la calidad urbana.


Contrastando con la brillantez del cambio de siglo anterior, el nuestro nos ofrece un panorama inquietante en la construcción de la ciudad, compuesto por tres elementos interrelacionados: la falta de liderazgo público en la gestión del capital urbano y en la orientación estratégica; el predominio de las fuerzas de mercado en su construcción; la desorientación de una ciudadanía a la que le cuesta hacerse corresponsable de lo que pasa en su ciudad.


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