Detrás de la pantalla (XX): El periodismo y el calamar

Foto: Dani Pérez.
Foto: Dani Pérez.
Álvaro Hernández
07:00 • 07 jun. 2020

Esta semana, por mi pantalla se han paseado dos temas cofrades no exentos de salseo del bueno y un cabreo importante.



Por una parte, Almería ha perdido una joyita que sonaba cada Miércoles Santo: a la Pasión de Linares le han cautivado los cantos de sirena sevillanos y le ha dicho a la Hermandad del Prendimiento que hasta luego, Lucas. Comprensible a la vez que doloroso: hasta ahora, disfrutábamos de una de las mejores bandas de Andalucía y, cómo no, nos vamos a dar cuenta ahora que se han ido para no volver.



Ahí ha habido bastante salseo, no nos vamos a engañar, que había gente que estaba deseando que esto sucediera, porque hay gente que le desea el mal a otros aunque eso suponga desearle el mal a todos, como conjunto.



Pero el tema que ha traído cabreo es el de las hienas que se han afilado el colmillo al escucharle al señor obispo que, en lo que queda de 2020 no vamos a ver más procesiones que las que nos pongamos en YouTube.



La previsión episcopal trajo el lamento de los que somos un poco cofrades y llevamos meses soñando con el 26 de septiembre y la alegría de otros, que corrieron a dar un sermón cargado de moralidad: cómo puede ser que, con la que está cayendo, a algunos nos importa que este año no saquemos a pasear santo alguno.



Llegados a este punto, me permitirán un paréntesis. Decía Julio Camba que el periodista es como un calamar: puede tomar a voluntad el color que más le convenga y se defiende con tinta.



Pues bien, habrá que defender con tinta aquello de que es un auténtico drama que no haya más procesiones en 2020. Se les olvida a los que se ríen que, más allá de quienes alimenten su alma con procesiones, este tipo de actos también dan de comer a muchos estómagos que no pasan por su mejor momento. Floristas, artesanos y vendedores de productos de todo tipo, desde instrumentos a inciensos, van a sufrir más.



Pero además, en días como el 26 de septiembre (no digo más que la fecha para no gafarlo) se espera que venga gente a nuestros bares y hoteles. Benditas procesiones, y menuda putada que no haya. Porque las hienas no saben que no hay mayor caridad que dar trabajo. 


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