“Enfrentarme a jugadores de la NBA fue una experiencia muy reveladora para mí”

David Hernández de los Ríos, jugador del Missouri Valley College

David Hernández afronta su tercera temporada en EEUU.
David Hernández afronta su tercera temporada en EEUU. La Voz
Marta Rodríguez
07:00 • 15 sept. 2019

A los 20 años, el joven almeriense David Hernández de los Ríos afronta su tercera temporada jugando en la NCAA, la liga universitaria de Estados Unidos. Ha logrado hacerse respetar en una de las cunas del baloncesto a base de esfuerzo, seriedad, un entrenamiento muy exigente y las facilidades de un sistema educativo orientado a la práctica del deporte.



Después de más de un año sin venir, este verano ha vuelto de vacaciones a su tierra. ¿Cómo ha sido?



He disfrutado del sol, la playa y poco más. Hacía un año y medio que no venía y echaba de menos estar en casa. 



Esta temporada ha cambiado de equipo. ¿Dónde juega ahora?



Sí, he vuelto a la que considero mi casa: Missouri. A ver cómo sale esta temporada, lo cierto es que la afronto con muchas expectativas. 



¿Es difícil abrirse camino jugando al basket en Estados Unidos? Porque hay mucha competencia.



Es muy, muy difícil. Son miles y miles de jugadores y, si te rindes, hay setenta tíos más esperando para jugar. Es complicadísimo, pero con mucho trabajo, esfuerzo y sacrificio puedes llegar a sacar rendimiento, que es lo que buscan y te exigen allí. El nivel no tiene nada que ver con lo que vemos en Europa. 



Juega de base y escolta, dependiendo del día. ¿Esas posiciones tienen alguna particularidad?

Es una posición que requiere que, a nivel atlético y físico, estés como un animal, porque si no, no puedes aguantar. Te tienes que tirar corriendo flexionado y saltando 40 minutos. Exige mucho físicamente y hay que estar preparado para ello.


¿Cómo es su día a día de entrenamiento allí?

Me levanto a las 6.30 de la mañana, tomo un batido de proteínas y me bajo a lanzar 300 ó 400 tiros. Después me voy a clase dos o tres horas. A continuación, bajo a entrenar con el equipo una hora o dos. Como algo rápido y tenemos otro entrenamiento individual y a acostarme porque no me da el cuerpo para más. Eso de lunes a viernes. Sábado jugamos y si hay que viajar, más lío todavía. Terminas que no quieres saber nada de nadie, te quieres ir a tu cuarto y ya.  


¿Cómo han recibido en Estados Unidos a un joven español?

Al principio fue muy difícil. Yo era el único blanco de mi equipo y aquello era la ley de la jungla. Llegas y al león más grande tienes que decirle: aquí estoy yo. Te subestiman, no te toman en serio, te vacilan. Pero si consigues hacerte respetar, poco a poco te abres paso en la rotación y te conviertes en uno más del equipo. Y cuando eres uno más, la verdad es que se está a gustísimo y son muy buena gente todos. Esta va a ser mi tercera temporada ya en la liga universitaria. 


¿Qué tal se defiende en inglés?

Al principio me defendía con el ‘I’m David’, ‘yes’ y ‘of course’. Y eso te trae cosas buenas y cosas malas. Por ejemplo, en mi carné de conducir americano pone que soy donante de órganos y me enteré el otro día. (Risas). Dije: bueno, pues donante de órganos. Ahora ya lo hablo muy bien. 


Aparte de jugar, ¿qué está estudiando?

Márketing y finanzas. Para poder centrarte en el tema deportivo -y de eso deberíamos aprender en España-, te ponen horarios totalmente compatibles, a tu gusto. Son clases presenciales y es todo muy práctico. A nivel académico, no tengo queja. Está todo muy enfocado a que si quieres hacer ejercicio, no tengas que quedarte hasta las cuatro de la madrugada a estudiar. Y eso es algo que, con el estrés físico que llevamos, se agradece muchísimo. Da mucha vida, la verdad.


¿Cuáles son sus planes de futuro?

Terminar allí lo mejor que pueda, jugar a mi máximo nivel y, en un futuro, no me gustaría volver directamente a España. Quizá irme antes a Singapur o los Emiratos Árabes para seguir viendo mundo y disfrutando del baloncesto. 


El verano pasado tuvo la oportunidad de enfrentarse a jugadores de la NBA. ¿Cómo fue?

Sí, jugar en la Drew League, en Los Ángeles, fue un experiencia que cambió mi manera de ver y entender el baloncesto. Poder enfrentarme a jugadores de la NBA y aprender de ellos de primera mano es algo increíble y un sueño que no tiene precio para mí . Ese verano fue una experiencia muy reveladora.


¿Echa de menos Almería?

Se echa de menos, más que el clima, la comida. Yo se lo digo a mis compañeros americanos, “voso­tros probad un jamón o una tortilla y, donde esté eso, que se quiten las hamburguesas”. 


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