“El arte no tiene obligaciones, pero debe fijar una memoria contrahegemónica”

Raúl Quinto presenta hoy en el Museo de Almería ‘La lengua rota’, su vuelta a la poesía

Raúl Quinto con un ejemplar de ‘La lengua rota
Raúl Quinto con un ejemplar de ‘La lengua rota La Voz
Marta Rodríguez
07:00 • 17 may. 2019

Ana Orantes contó en televisión que sufría maltrato y su marido le prendió fuego en la puerta de casa. José Couso cubría la guerra de Irak cuando el techo del hotel donde se alojaba venció y se le vino encima. Javier Verdejo escribía la proclama ‘Pan, trabajo y libertad’ hasta que un disparo le arrebató la vida.



Son tres de los casos de los que Raúl Quinto hilvana a lo largo de las páginas de ‘La lengua rota’ (La Bella Varsovia, 2019), un viaje por personas que se atrevieron a levantar su voz contra el poder y que fueron penalizadas con la violencia. 



Es la idea que recorre el último libro del autor de ‘Grietas’ e ‘Hijo’, que regresa a la poesía siete años después de ‘Ruido blanco’ aunque los versos permean también sus obras en prosa. La presentación, que se desa­rrollará hoy viernes 17 de mayo, a las 19.30 horas, en el Museo de Almería, tendrá formato de ‘spoken-word’ y contará con la participación del músico Ezequiel Giménez.



Según Raúl Quinto, la idea de ‘La lengua rota’ es cuestionar si realmente lo que decimos nos pertenece, si aquellas palabras que ponemos en nuestra boca son nuestras y parten de nuestro pensamiento o están inoculados por el poder. “Yo entiendo que no nos pertenecen, que están puestas en nuestra boca por otros”, plantea.



“Me hace gracia cuando personas desde tribunas privilegiadas plantean el debate contra la libertad de expresión y llevan a cabo una banalización de la censura, porque realmente la única censura que existe es la que se produce en sentido contrario: la que afecta a los que hacen canciones o chistes en las redes”, reflexiona el escritor, al que le gusta pensar que pone así su granito de arena a este debate. 



La leyenda de Zenón de Elea, filósofo de la Grecia clásica que prefirió arrancarse la lengua y escupirla a la cara de un tirano antes que colaborar con él, sirve como símbolo de la rebelión que protagonizaron los hombres y mujeres que habitan el poemario. También de las víctimas anónimas de la masacre de la Carretera Málaga-Almería del año 37, episodio conocido como la Desbandá, y de los afectados por la talidomida. 



Porque, en opinión de Quinto, “el arte no tiene obligaciones, pero debe fijar la memoria de las cosas en un sentido opuesto a los intereses del poder, una memoria contrahegemónica”.




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