José Ramón Ripoll: mar

La Dulce Alianza recibe hoy jueves al poeta gaditano en las ‘Dulces Tardes Poéticas`

José Ramón Ripoll recitará esta tarde una selección de textos.
José Ramón Ripoll recitará esta tarde una selección de textos. La Voz
Aníbal García
07:00 • 13 dic. 2018

Tú me dices el mar en esta música. / Sin descifrar el humo, ni las señas, / me inclinas al salitre, / la tentación del baño, / los arcángeles, / ...




COROS de adolescentes, de efebos y de jóvenes adultos se enfrentan junto al ágora alrededor de Letos, Artemisa o Apolo. La flauta marca el paso de las sombras desnudas y las manos, aún inmaculadas, sobre unos hombros ágiles palmean en un compás de tres por cuatro. (Cortan el viento los músculos verdes). No muy lejos de Esparta en diciembre de mil ochocientos ochenta y siete, alguien visita ‘Le Chat Noir’ y se presenta como un gimnopedista. Unos meses más tarde, negro sobre blanco, fluye en ondas de oro un torrente brillante sobre el mármol pulido de Montmartre: lento y grave, lento y triste, lento y doloroso. (Salto de acordes mayores con séptima). Tú, a golpe de cincel, moldeas lentamente el pensamiento, desechas las palabras excedentes como esquirlas de tinta, buscas un ritmo antiguo en la roca del tiempo, un silencio oportuno, lento y grave, lento y triste, lento y doloroso, (la suave disonancia  encuentra la armonía).




HOY nos acompañará en las Dulces Tardes Poéticas el poeta  gaditano José Ramón Ripoll, poeta Santa Paula #32. José Ramón firma la plaquette que hoy recuerda de nuevo a José Ángel Valente a través del pastelillo que da nombre al librito, aquel pastelillo de luz que el poeta gallego degustaba en el antiguo establecimiento de La Dulce Alianza.






Nota biográfica
JOSÉ RAMÓN RIPOLL (Cádiz, España, 1952), escritor y musicólogo, es autor de varios libros de poemas, entre los que destacan El humo de los barcos (1983), Las sílabas ocultas (1991), Niebla y confín (2000), Hoy es niebla (Madrid, 2002), Estragos de la guerra (2011), Piedra rota (2013) y La lengua de los otros ( 2017).  Su obra poética está recogida en varias antologías como Música y pretexto (1990); La vida ardiendo (Bogotá, 2012) o El espejo y el agua (México, 2018).




Es director de RevistAtlántica de poesía desde 1991. Paralelamente a su tarea literaria, Ripoll se ha destacado por su labor como difusor y estudioso de la música a través de  medios, tribunas e instituciones especializadas.




Ha recibido, entre otros reconocimientos, el Premio Guernica (1979); Premio Villa de Rota (1980); Premio de Poesía Rey Juan Carlos I (1983); Premio Tiflos (1999); Premio Ángel García López y XXIX Premio Internacional de Poesía Fundación Loewe (2016).




Asimismo ha publicado varios ensayos y monografías literarias y musicales: Variaciones sobre una palabra: la poesía, la música y el poema; Cantar del agua; Beethoven versus Listz; Dimitri Schostakovich en su centenario; El mundo pianístico de Chopin: pasión y poesía; Cuarenta años sonando: La Orquesta RTVE El son de las palabras; Poesía en música, entre otras.


Poética
LA MÚSICA es más que envoltura física de la palabra: constituye su osamenta y configuración fisiológica. La palabra se hace sentir por su música.


Se convierte esta afirmación de José Ramón Ripoll en su poética primera. Su relación con la música es la génesis de su escritura, la primera conciencia de la poesía a través de la canción y el lied, recitales para voz y piano que nuestro autor escuchaba de adolescente en la Tacita de Plata. Su primera formación fue musical y está convencido de que la poesía tiene más que ver con la música que con la literatura “... pues mientras las palabras de esta última nos guían en cuanto significan, la palabra poética ilumina su propio sonar”.


Expresa nuestro autor la imposibilidad de conocer la realidad que subyace bajo lo tangible o lo aparente si no es con la práctica de la poesía, tapón de cera contra los cánticos de las sirenas del hábito y la rutina: para mí, la poesía es el órgano vital más cercano a aquello que denominamos esencia personal, o a ese lugar donde se pliega la parte más auténtica del ser, nos dice Ripoll.


No es extraño, por tanto, que Juan Ramón Jiménez fuera el primer poeta, después de aquellos primeros versos de Goethe, Novalis, Hëine o Mallarmé, el que puso luz a la conciencia dual de la palabra y la poesía que coquetean y conspiran para decir de otra manera.


La palabra poética es en el tiempo como afirmaba Machado, pero también es verbo suspendido en el aire como sentenció Juan Ramón.


Y también la poesía es memoria, una alerta que nos desvela y nos vacuna contra el olvido, un signo rebelde contra quienes desean borrar la tinta de la vida y precipitarnos a una especie de alzheimer colectivo, apostilla José Ramón.


El poeta, como ingeniero y guardés de su propia construcción, es responsable de la estética y los cimientos del poema, también de la puerta que accede a la palabra, pero no de la luz que emerge desde dentro: convencido de que la poesía es un juego verbal, otorgo a ese verbo, sin embargo, una condición originaria, un papel conductor en el laberinto, un filamento de la memoria que nos permite discernir la realidad más allá de sus vestimentas y motivos episódicos. Es un sabor, una mirada, un silencio también y una manera de aprehender esa realidad desde otros ángulos vedados.


La poesía ayuda a comprender el mar de la  realidad a través del fragmento de su temperatura o salinidad, de sus corrientes o su oleaje. Pero sólo existe una forma de aproximarnos a ese mar que quizá no exista y es a través de la verdad de la palabra, extramuros del aquí y el ahora.


Concibe el poeta gaditano, finalmente, la poesía como una herramienta poderosa y sutil para intentar desvelar lo más oculto de nuestro ser… La aventura del espíritu humano es como un largo poema, donde las imágenes y metáforas van desnudando el ser, hasta mostrarlo iluminado en esa noche oscura.


… besarte bajo el agua y anudar / otra vez el olvido y la sentencia / de amar entre los nombres la hermosura.


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