La célula del beso: lectura del poeta Agustín Fernández Mallo

Fernández Mallo en el último recital del año de la Facultad de Poesía José Ángel Valente

Agustín Fernández Mallo esta semana en el CIP.
Agustín Fernández Mallo esta semana en el CIP.
Mar de los Ríos
07:00 • 03 nov. 2018

En el Centro de Interpretación Patrimonial de la Plaza Vieja, los profesores Isabel Giménez Caro y Raúl Quinto nos presentaban al invitado. Agustín Fernández Mallo (La Coruña,1967) físico y escritor. Uno de los más influyentes literatos de los años 2000. Su creación está cimentada en ideas, en pequeñas joyas con las que conjuga todos los niveles de cultura. Miembro destacado de la llamada ‘Generación Nocilla’ o del ‘Afterpop’, así como creador del movimiento ‘Postpoesía’, queda avalado por numerosos premios. Y con todas estas etiquetas me predispongo a escucharlo con la empatía que supone compartir la necesidad vital de nadar entre las ciencias y las letras.



Ya nadie se llamará como yo



El tronco de su recital descansa en este su poemario de 2015. Meter a Valente y a los Smith en el mismo folio para que salga algo profundo, poético, es su camino. Nos advierte que ninguno de sus poemas tienen título. Y van quedando en el aire versos encadenados, asociados a las eternas preguntas del ser humano que toman al final el incontestable cariz poético.



1. La muerte es una fiesta de la objetividad... 



2. Me gustaría bañarte en mi propia saliva para evitar todo contacto con lo que no soy...



3. El coleccionista no entiende que lo que puede ser guardado no vive para siempre...



4. La iglesia no está fría, tiene frío. No dejo de darle vueltas a qué clase de agua es la bendita...



5. El mármol de una lápida se friega como se friegan unas escaleras.

6. En el tronco del ultimo álamo de un bosque encuentro una hoz y un martillo... cosas que serán borradas por la rotación de la tierra...

7. A esa hora como luz y vomito luz.


Poemario del duelo

Después pasaremos al sentido trance de la muerte. Agustín nos explica: Me di cuenta de algo muy simple. Cuando una persona muere construyes una imagen de esa persona que no tenías, es una especie de resurrección, es una oportunidad para darme una oportunidad nueva. Después llegará el miedo de estar tan a menudo volando sin red, como es el caso del poeta, expuesto en sus continuos viajes en avión. Esa sensación de vulnerabilidad acechante, la propia muerte, tema totalmente recurrente en su obra y con lo que construye sus poemas-aforismos.  Hoy no hablaré del fruto de la nada, si la manzana es un cubo, somos un cubo... Encajamos en el molde tan exactamente que no queda una lámina para respirar. El piloto extrae otro fruto esa bolsa un día nos matará a todos.


Creta Lateral Travelling, 1998

Su primer poemario. De él nos recita unos  poemas en prosa que nunca ha leído en público, inspirado en las playas de Creta y Mallorca, que comparten un paisaje seco que se parece al de Almería y que le resultan como el entorno violento necesario para que nazca la belleza: Porque si la belleza no es violenta es anestesia.


Una vez soñé, soñar, definición: truco operado por la virtualidad, que de camino  a la cocina me encontraba con una cuerda vidriosa... las palabras dan cuerda a otros relojes... hallé mi ombligo al final de la cuerda...


Para terminar escoge poemas salpicados de sus otros poemarios:  ‘Yo siempre regreso a los pezones’  o  ‘Joan Fontaine Odisea’ o ‘Carne de pixel’.


Poeta de los residuos

Agustín es conciso en su discurso, algo que a mí particularmente me fascina. Nos argumenta entre versos: Al fondo del recipiente del tiempo hay una costra siempre de domingo... sobre la esencialidad de llegar a la médula de las cosas. La ciencia es una especie de metafísica, la última pregunta es “qué pasa”, la última ecuación del Big Bang es metafísica. Con los residuos de Valente él se construye como el poeta de los límites. Cómo toma sus residuos, las ideas sugeridas no desarrolladas y nace su siguiente obra. Es lo que hace Fernández Mallo con Valente, por ejemplo con su ‘No amanece el cantor’. Yo he ganado y perdido muchas horas mirando el ascenso de las burbujas en vertical en un vaso... Luego llegará lo que él llama basura como materia prima y que adora descontextualizar para volver a ponerle brillo en medio de un poema: ‘El apropiacionismo’ como método de trabajo. Por ejemplo, coger una frase de un capítulo de ‘CSI Miami’ y convertirla en verso:  Nunca sabremos dónde termina la sangre y dónde comienza la lejía. 


Y el amor

No hay célula más simple que el beso. Queda en el aire como el verso estrella de la noche. Cuando alguien del público le subraya a Agustín la hermosura del mismo sin más, se azora como intentando explicar lo ya apropiado. Sale otra vez su vena de ciencias: La unidad fundamental del amor es el beso. Es con lo que los humanos comunicamos el instinto amoroso, la boca es algo circular de donde nace  la transmisión amorosa. Es una metáfora, un hallazgo, es una manera de justificar el mundo, empezando por el Big Bang. Un gas no “sufre” una expansión... 


Queda fijado el sustrato de su poesía que lanza al horizonte.


Suficiente, necesario, vital. Gracias a la Facultad de Poesía José Ángel Valente por aportarnos tanto con lo que sin duda nos reciclaremos. Larga vida a los artistas tan inmiscuidos en las preguntas como Fernández Mallo. Su obra es como un helado crocanti, doble sensación: ciencias y letras en el mismo bocado. Exquisito.


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