Poemas de andar por clase

Visito esta semana la librería Picasso, atraída por el talento de dos autores

Presentación del libro esta semana en Picasso.
Presentación del libro esta semana en Picasso. La Voz
Mar de los Ríos
07:00 • 20 oct. 2018

Los tocayos han hilado con buen humor e inteligencia toda una receta mágica. Porque, Diego Alonso (profesor de Matemáticas) y Diego Reche (profesor de Literatura), ante todo son dos poetas que deciden aúnan su fino sentido del soneto para disfrutar redactando este delicioso libro, editado por el Instituto de Estudios Almerienses y apto para todos los públicos. Está dedicado al estudiante que todos llevamos dentro y  que quiera acercarse a la poesía por primera vez, porque desde el divertimento quizá se enamoren de ella para siempre.




El reputado poeta Luis Alberto de Cuenca recomienda en el prólogo este poemario “por su facilidad versificadora y su vis cómica desternillante”. El optimismo es el sentimiento que pretenden despertar. Y comienza el recital.






Homenaje a Julio Alfredo
Arranca la presentación un poema de Julio Alfredo Egea a modo de homenaje, de su libro Ancla enamorada, 1956. Habla Reche: A veces los poetas nos vamos desgranando en palabras sonoras que algún cretino alaba... Las rosas son suspiros de Dios, basta con esto. Leen a la limón el poema, porque todo lo nuestro llegará doliendo y por eso sabremos que es hondamente nuestro. Acaba Alonso.




Cuando surgió la idea de hacer este libro juntos quedaron una  tarde a tomar café y justo casi antes de empezar a hablar encontraron su comienzo, con su poema “Interrogatorio en un cafetería”: Tocayo jamás pensé,que al tomarnos un café, preguntara el camarero, tres mil dudas lo primero: ¿lo quiere en taza o en vaso? Y ya resuelto este caso: ¿lo toma solo o con leche?...




Las carcajadas empiezan a llenar la librería, comprobando el tono del poemario.




Lluvia en Almería
Después llegarán los poemas dedicados a la lluvia de Almería, donde en sus dos partes cada Diego expresa lo que significa para ellos que se moje nuestra tierra, algo especial que se celebra con la ingesta de migas y que Diego Reche confiesa que  odia. Pertenece a ese 1% de la población que no le gusta ese plato y en su poema lo grita: No me gustan, sabedlo, ni en matanza, ni con uvas haréis que yo las pruebe, la harina me genera destemplanza...




Al estudiante
Hay un montante importante del poemario dedicado al estudiante. Una variación de un soneto de Lope de Vega aparece desde la voz de Diego Reche para ilustrar de dónde surgen las ideas: Empezar los exámenes nervioso, enamorado, triste y confundido; no comprender por qué te han suspendido, si tu ejercicio siempre es fabuloso... Contesta el otro Diego con un soneto para el profesor, el más querido siempre: el de matemáticas. Descubrir que un alumno se ha perdido, tratando de sacar el dividendo...


Aritmética eres tú
Nunca hubiésemos pensado que las matemáticas daban para tanta inspiración. Alonso nos saca de nuestro error declamando unos cuantos poemas a la ciencia que le ha acompañado en su vida profesional y que nos vuelve a sentar por un momento frente a una pizarra llena de fórmulas en tiza. Pero esta vez los números sonríen.  Muestra de ellos son una serie compuesta por ejemplo por: “Así amaba Fibonachi”, “Soneto a Lady Math”, o “Aritmética eres tú”, toda una declaración de amor que empieza así: No me cuadran las cuentas con tu cuerpo, si intento calcular los beneficios que obtengo cuando estás a medio metro...


Clase de literatura 
Diego Reche también nos habla de las paradojas que han inspirado algunos de sus poemas, como por ejemplo, saber que los poetas Ramón de Campoamor y Bécquer aparecen en la misma página de los libros de sus alumnos con las importancias alteradas, ya que Campoamor fue el reputado en su tiempo y Bécquer malvivió de su arte. Sin embargo, han pasado a la historia de la Literatura con los papeles cambiados como demuestra el tamaño de sus fotos en el libro. La trascendencia es aleatoria muchas veces.  


Grandes profesores
Y nos van emocionando demostrando lo buenos profesores que sin dudan deben de ser. Ellos mismos nos cuentan el valor que supone cruzarte en la vida con un docente apasionado, porque de ello depende nuestro futuro profesional y/o emocional. Diego Reche nos recita el “Soneto a mi profesora”, basado en su infancia. Él confiesa que estudió letras por influencia de ella, por contagio de su entusiasmo cuando declamaba en clase y pensó: Yo quiero esa felicidad para mí. Hace poco la localizó y le mandó el poema. La contestación de la  maestra no tiene desperdicio:  Querido Andrés, claro que me acuerdo de ti. Eras delgado, pelo rizado y tenías unos ojos muy tristes. Te he visto por internet y tus ojos han cambiado, se te nota que eres feliz. En dos líneas lo retrata. Recuerda su alma, que no su nombre. Lo importante.


Las moscas, el amor, o la música seguirán esponjándonos el ánimo. Doy fe que el libro está totalmente equilibrado una vez escucho ambas aportaciones desde las ciencias y las letras. Y me pregunto por enésima vez por qué las separan si tanta falta nos hacen las dos, obligándonos a cojear de por vida.


Este tipo de poesía cascabelera me parece una fórmula divina para sentarnos en el pupitre eterno de la curiosidad y ser capaces de recibir con alegría el talento de los demás. Enhorabuena a los dos Diegos, Reche y Alonso. Os auguro muchas ediciones y risas por las salas donde os soliciten vuestra mosca pitagórica.


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