Los Coloraos y su monumento

Historia de una de las tradiciones más longevas de nuestra ciudad

La Plaza Vieja en el año 1900.
La Plaza Vieja en el año 1900.
Juan Francisco Colomina
07:00 • 22 ago. 2021

“En la ciudad de Almería, a primero de agosto de 1837, se reunieron en las Salas Capitulares del Ilustrísimo Ayuntamiento constitucional de esta Capital los Señores Alcaldes segundo y tercero, regidores Algarra, Ramón, Pradal, Molina, Ortuño, Oña, Pareras, Iribarne Pérez, Torres y Fernández (…) quedan comisionados para la ejecución de dicho programa en la parte respectiva a este Ayuntamiento, asistiendo uno de los señores alcaldes con un escribano que dé testimonio de la exhumación y probar en todo tiempo la identidad de los restos mortales. (…) y se invite a los pueblos de la provincia al acto de extracción de las cenizas de aquellos Mártires de la Libertad al cenotafio el veinte y cuatro del corriente”. 



Con este oficio del Ayuntamiento de Almería se daba comienzo a una de las tradiciones más longevas de nuestra ciudad: el homenaje a Los Coloraos o Mártires de la Libertad. La expedición de estos liberales contra el gobierno absolutista del rey Fernando VII fracasó y, como consecuencia, sus integrantes fueron capturados y fusilados el 24 de agosto de 1824. Durante el resto de su reinado, la memoria de estos Mártires fue enterrada y vilipendiada hasta que la llegada al trono de Isabel II en 1833 y los gobiernos liberales devolvieron a la luz la gesta de quienes lucharon y murieron por instaurar de nuevo en Almería el espíritu de la Constitución de 1812. 



El primer “pingurucho”



No sería hasta 1837, bajo la nueva Constitución, cuando el homenaje a los Mártires de la Libertad comenzara su larga tradición. Los restos mortales de los expedicionarios se encontraban en el cementerio de la iglesia de San Juan, lugar que el Ayuntamiento de Almería entiende que no es el más adecuado para su descanso, por los que deciden iniciar el proceso de exhumación y traslado a un lugar destacado. A tal efecto se le encarga al arquitecto Juan Prats la creación de un cenotafio que albergaría los restos mortales. Aquel cenotafio, del que solo nos queda la imagen que aquí mostramos, fue colocado junto al antiguo cementerio de Belén, en lo que hoy es el entorno de la Plaza de Toros y la avenida Vilches, que da nombre al  inspirador y uno de los mayores benefactores del cenotafio y de la defensa de la gesta de Los Coloraos: Joaquín Vilches y Baeza, a la sazón Jefe político de Almería. 






Tal importancia tuvo el traslado de los restos mortales aquel 24 de agosto de 1837, que el propio Ayuntamiento de Almería pide a la Milicia Nacional que reduzca el número de efectivos en la procesión de la Virgen de Mar, que coincidía aquel día, para que una parte del cuerpo marchase hasta San Juan para custodiar los restos en su traslado a la Catedral, donde se celebraron las exequias, y su posterior y definitivo traslado al cenotafio. Durante los 33 años siguientes recibieron su homenaje cada 24 de agosto en la plaza Mártires de la Libertad, luego llamado del Cenotafio una vez que los restos fueron trasladados a otro lugar debido al traslado del cementerio y a las malas condiciones en que se encontraba el monumento. 






La tradición y el homenaje de Los Coloraos sufrieron idas y venidas según los gobiernos que dirigían la Nación. Así, entre 1843 y 1854, las procesiones cívicas o los actos de cada 24 de agosto perdieron el boato y la solemnidad anteriores. No sería hasta 1854 cuando el alcalde Francisco Jover, aprovechando el 30 aniversario del fusilamiento, impulsa de nuevo el homenaje tal y como se había venido haciendo años atrás.




López Rull y Los Coloraos

Los convulsos años de la revolución de “La Gloriosa”, que expulsó de España en 1868 a la reina Isabel II, el crecimiento de la ciudad y la necesidad de poner de nuevo en valor el espíritu constitucional que encarnaron los Mártires de la Libertad provoca que en 1870 el antiguo y desgastado cenotafio pase a mejor vida y se decida levantar otro de mayores dimensiones en el lugar más preeminente de la ciudad en ese momento, que no era otro que la Plaza de Cádiz, hoy Puerta Purchena. 




La primera piedra fue puesta en 1868 bajo la alcaldía de Manuel Orozco y los restos de Los Coloraos no fueron trasladados a su nueva ubicación hasta el 27 de diciembre de 1870 en una procesión cívica por la ciudad. El boato y la solemnidad de los actos que rodeaban su conmemoración era una tradición para todos los almerienses que, expectantes, acudían a la liturgia, unas veces cívicas y otras religiosas, en recuerdo a la memoria de estos hombres. El nuevo monumento fue encargado a uno de los grandes arquitectos de nuestra ciudad: Enrique López Rull, que traza una larga columna en cuya base rectangular reposarían las cenizas de nuestros protagonistas. La majestuosidad del nuevo monumento destacaba en la principal arteria de la ciudad antes incluso de la construcción de los edificios emblemáticos que en la actualidad podemos disfrutar en la Puerta de Purchena. 


1900 y la Plaza de la Constitución

La tradición de conmemorar cada 24 de agosto la gesta de Los Coloraos se fue arraigando en la ciudad como una cita permanente cada Feria y cada verano, y que durante años se habían convertido en auténticas marchas cívicas por la ciudad en la que la banda municipal tocaba los himnos de Riego y La Marsellesa, ambos de gran inspiración para los liberales españoles en el siglo XIX. 


30 años después, en 1899, se decide trasladar el monumento al lugar más importante de la ciudad: la Plaza de la Constitución. La edificación del nuevo mausoleo se encarga a otro de nuestros ilustres arquitectos, Trinidad Cuartara, que copia el modelo original de López Rull y le añade pequeños cambios ornamentales encargados a los hermanos Bernardo y Antonio Aguilar. La intención del Ayuntamiento era tener terminado al año siguiente las obras en la Plaza Vieja, pero los retrasos de albañilería provocó que el traslado de los restos no pudiera hacer hasta 1901, donde permanecieron hasta 1943, cuando el monumento es destruido durante la dictadura franquista y los restos mortales son trasladados al cementerio de San José, quedando en el olvido hasta que la investigadora Carmen Ravassa tuvo la fortuna de dar con ellos. 


1988 y la restauración del monumento

La llegada de la democracia posibilitó que de nuevo la memoria de estos Mártires volviera a la escena pública. El arquitecto Eduardo Blanes, a imagen y semejanza del mausoleo erigido por Cuartara, volvió a levantar el monumento en la Plaza de la Constitución, lugar en que más tiempo ha perdurado y donde los almerienses de dirigen cada 24 de agosto a rendir homenaje a los hombres que dieron su vida por defender una España liberal, constitucional y alejada de la tiranía absolutista. Por todos ellos, ¡Vivan Los Coloraos!


Temas relacionados

para ti

en destaque