Chirivel, un lugar que esconde el mayor monumento natural

El municipio acoge un ejemplar único de sabina albar milenaria

Ejemplar único de sabina albar (Juniperus thurifera).
Ejemplar único de sabina albar (Juniperus thurifera). La Voz
La Voz
07:00 • 28 feb. 2021

En plena comarca de Los Vélez, a unos 120 kilómetros de la capital de provincia, se encuentra un municipio encantador a la par que especial: Chirivel. Un lugar que debe su nombre a un origen muy peculiar. Y es que el topónimo ‘Chirivel’ viene de la palabra latina ‘Silvella’, que significa bosquecillo, algo que hace referencia a uno de los rincones más especiales que esconde este maravilloso lugar.






Un monumento natural Al norte de la provincia de Almería, en el extremo oriental de la Cordillera Bética y dentro del Parque Natural Sierra María-Los Vélez, se encuentra, situado en una altiplanicie a más de 1.600 metros de altura, el Monumento Natural Sabina Albar.



Se trata de un ejemplar único de sabina albar (Juniperus thurifera) al que se le calcula una edad milenaria. Posee una copa de color verde oscuro muy ramificada y extendida que está soportada por un tronco grueso y sinuoso en cuya base sobresalen sus raíces desnudas. La estampa le confiere un aspecto aún más longevo.



Este árbol se conserva como un reducto de los bosques esteparios de la época terciaria, donde se daba un duro clima continental con fuertes oscilaciones térmicas y periodos de sequía estivales. Por tanto, se le considera un fiel testigo del paso de la historia por estos entornos.



Esta especie, de lento crecimiento, posee unas hojas en forma de escamas para evitar la pérdida de agua. Presenta individuos masculinos y femeninos, cuyos frutos, denominados gálbulos, maduran al segundo año adquiriendo un color azulado verdoso. Estos frutos sirven de alimento a las aves que, a su vez, dispersan las semillas. Posee una madera dura y de buena calidad, rica en resinas y muy apreciada para trabajos de carpintería y ebanistería, una de las razones por la cual se produjo en otros tiempos su tala masiva.






En definitiva, un ser vivo tan especial que no deja indiferente a ninguna de las personas que se acercan a contemplarlo. Su encanto es tal que hasta el poeta Julio Alfredo Egea le rinde tributo en su relato ‘Vieja Estampa’, donde sitúa en el centro de todo a este árbol milenario, inalterable a los cambios de vida a través de los años, solitario y único, declarado, además, monumento natural por la Junta de Andalucía.



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