Naturaleza y gastronomía, una combinación perfecta en la Villa de Níjar

La Comarca de Níjar es uno de los lugares más especiales de la provincia de Almería. La extensión de su municipio abarca desde Sierra Alhamilla hasta Cabo de Gata, con una distancia en línea recta de 25 kilómetros. Esto hace que Níjar cuente con una gran diversidad y variedad de zonas de interés tanto para los visitantes como para los vecinos del lugar.

Una de ella es, sin lugar a dudas, el Parque Natural de Cabo de Gata-Níjar, el primer espacio protegido andaluz terrestre-marítimo que comprende espacios y paisajes únicos como son las montañas de origen volcánico, la franja costera con dunas, playas y salinas, y la milla de mar protegida cuyos fondos son de una gran riqueza. Por otro lado, no hay que olvidar otros rincones de gran valor antropológico como son las Minas de Rodalquilar, el Pozo de los Frailes o el Cortijo del Fraile.

Níjar pueblo Sin embargo, de todas las localidad que se pueden ver en Níjar, la más destacada es la que da nombre al municipio y que se encuentra, además, incluida en la lista de los ‘Pueblos más bonitos de España’. Y no por sus valores monumentales, sino por su escenográfico urbanismo de casas blanqueadas, calles de piedra y fachadas engalanadas con flores.

Situado al pie de Sierra Alhamilla, Níjar está formado por un conjunto urbano de gran atractivo por su conservada estructura de origen árabe, laberíntica y estrecha, así como por su iglesia mudéjar y su artesanía. Y es que éste es un pueblo almeriense artesano y humilde en el que la cerámica y las jarapas adquieren todo el protagonismo, dando constancia de su pasado árabe en su fabricación en los talleres que aún perviven.

Por otro lado, entre los diferentes puntos de interés podemos encontrar la iglesia de la Anunciación, la Glorieta, la plaza del Mercado, el Museo del Agua o El Portillo.

Gastronomía Pero tampoco podemos olvidarnos de su gastronomía, reflejo también de la historia del lugar. Entre sus recetas más típicas podemos encontrar las patatas al ajillo, los gurullos con conejo o perdíz, la “fritá” de matanza y los embutidos.

La gastronomía nijareña se caracteriza por ser una cocina que sorprende con la gran colección de platos sencillos con un sabor rico y casero. Para ello emplean productos agrícolas, de mar y derivados de la matanza. Su ejemplo más claro son los gurullos, un plato heredado de la época de la dominación musulmana y que se basa en una pasta realizada artesanalmente con harina de trigo, agua y sal. 

Dicha raíces árabes también están presenten en platos como los andrajos, la harina torcía, las migas y las talvinas. Finalmente, las gachas en caldo “colorao”, el pimentón, la berza, los fideos, la cazuela de pescado o las patatas a lo pobre hacen las delicias de todos aquellos visitantes que se prestan a degustarlos.