“No sé qué hubiera pasado en Almería si nos caen 600 litros como en Valencia”

Pepe Rivera, presidente del Grupo Ecologista Mediterráneo, dice que “el cambio climático mata”

Pepe Rivera, presidente del Grupo Ecologista Mediterráneo.
Pepe Rivera, presidente del Grupo Ecologista Mediterráneo. La Voz
Antonio Hermosa
20:34 • 06 dic. 2024

Pepe Rivera, licenciado en filosofía y sociología y doctor en Humanidades, presidente del Grupo Ecologistas Mediterráneo, ha ofrecido una conferencia sobre “Cambio climático y Derechos Humanos” en la sede de Amnistía Internacional en Almería. Ha explicado la influencia que tiene sobre la vida de las personas, algo que Amnistía Internacional viene reclamando desde hace ya algunos años. 



Está claro que el cambio climático mata. Hay que defender un derecho fundamental como es el derecho a la vida. Después de lo que ha pasados en Valencia, con las malas decisiones de nuestros políticos, ha dejado claro que mata. No solamente por la falta de previsión, sino por el hecho de haber permitido edificar en sitios donde no se debía haber permitido edificar.



Lo más importante sería tomar medidas para intentar que eso no vuelva a ocurrir.



Medidas contundentes y urgentes. Después de ver lo que ha pasado hay una urgencia muy grande. Ahora mismo se sigue construyendo en zonas inundables. El sentido común nos dice que eso habría que pararlo, y aunque sea suelo urbano y se esté construyendo, los políticos deberían preocuparse por la salud y la vida de su ciudad y tomar medias para no seguir poniéndola en peligro.



Almería tiene claros ejemplos de este tipo de problemas y de esta clase de incumplimientos.



No se que hubiera pasado en Almería si nos caen 600 litros como ha ocurrido en Valencia. Lo que está hecho no se puede mover, pero lo que no tiene sentido es seguir aumentando riesgos. Los ayuntamientos deberían ser responsables, y con carácter urgente empezar a tomar medias de adaptación y prohibir la edificación en zonas inundables.



En la provincia hay zonas muy críticas, que presentan graves riesgos.



Por ejemplo, las desembocaduras de los ríos Andarax y Antas, todo lo que es el campo de Dalías, el campo de Níjar, que son las principales zona productivas de la economía almeriense. Si cae en estas dos zonas una lluvia como la mitad de lo que ha caído en Valencia, todo el sistema productivo almeriense se vería seriamente comprometido.


Lo que sorprende no son solo las obra privadas, sino que también hay obras públicas que se llevan a cabo en zonas inundables. Y dos claros ejemplos han sido las desaladoras de Cuevas y Almería.

No aprendemos. La desaladora de Villaricos, en Cuevas del Almanzora, se construyó en una zona inundable. No llegó a estar en funcionamiento porque llegó una avenida de agua y la inutilizó. En lugar de cambiar su ubicación la han dejado en el mismo sitio, y solo han construido unas defensas pensando que van a ser suficientes, cuando la experiencia demuestra que estas obras mucha veces no defienden. Y en la desaladora de Almería pasa lo mismo. Pensar que una edificación estratégica como es la desaladora de Almería está levantada en una zona inundable debería ser motivo de preocupación para el ayuntamiento, y pensar que no se puede seguir defendiendo, sino llevársela a otro sitio que no se inunde.


Otro de los sectores productivos más importantes de la provincia es el turístico, que basa su estrategia en seguir construyendo en zonas inundables.

Van a lo más fácil. Las zonas inundables son las más llanas, las pegadas a la costa, son las que se ocupan. Y ya lo estamos viendo, el litoral también se inunda por los temporales. Muchas subvenciones turísticas están teniendo problemas porque se están quedando sin playa. Y son temas que tienen una solución muy difícil y muy cara, y muchas veces es prácticamente imposible. Adaptarse supondría un tipo de turismo más respetuoso y, sobre todo, alejar estas nuevas construcciones del litoral y de las zona inundables.


¿El ciudadano está bien informado? ¿Sabe que está comprando una vivienda en una zona inundable?

El ciudadano debería estar bien informado, sobre todo porque la legislación obliga al vendedor a decir que ese edificio está en zona inundable, pero se suelo obviar o se pone en la letra pequeña, o directamente no se dice. El ciudadano debería tener un poco más sentido común y pensar que su futura vivienda está en una zona baja o está cerca de un río, y preocuparse por ir a ver si eso se inunda o no se inunda. La información está a disposición de todo el mundo. 


El cambio climático puede llegar a provocar inundaciones tremendas en Almería como ha ocurrido en otras ocasiones. Hay que recordar que nuestra provincia tiene el récord de precipitaciones. Ocurrió el 19 de octubre de 1973 en Zurgena, cuando en poco más de cuatro horas cayeron 800 litros por metro cuadrado. El día anterior, el agua ya había hecho estragos en la zona de Adra.

Es una lotería, que te puede tocar también. Es evidente que todo el levante español, las comunidades autónomas de Muria y Valencia tienen mayor probabilidades, pero Almería tiene también bastantes posibilidades de este tipo de precipitaciones. La zona del Poniente de Almería, el campo de Dalías, ha tenido inundaciones históricas. Y ya hemos visto que esporádicamente las zonas de Balanegra y Balerma, por influencia de la autovía, se inundan. Y hay documentación histórica que demuestran que Roquetas y Adra también se inundan, y que la zona de la balsa del Sapo en Las Norias, también sufren este tipo de fenómenos.


Anexo

Amnistía Internacional considera que la degradación del planeta supone un alto coste humano. Provoca hambre, desplazamientos, desempleo, enfermedades y muertes. Millones de personas sufren los efectos catastróficos de fenómenos meteorológicos extremos que se ven agravados por el cambio climático: prolongadas sequías, devastadoras tormentas, inundaciones, olas de calor e incendios, están poniendo en grave peligro a la humanidad. Un claro ejemplo lo hemos tenido en Valencia, con inundaciones que han generado centenares de muertos, o en Almería, donde una fuerte granizada a dejado un abanico de destrucción en cultivos bajo plástico y en vehículos. Esto afecta directamente al bienestar de las personas y está estrechamente vinculada a los derechos humanos. El cambio climático está amenazando nuestra propia existencia y está perjudicando nuestro derecho a la vida, a la salud, la alimentación, el agua, la vivienda y los medios de subsistencia. La falta de medidas de los distintos gobiernos para abordar este problema se puede considerar una de las mayores violaciones de los derechos humanos intergeneracional de la historia. 


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