Tristemente y en pasados días, nos dejaba Santi, a los 71 años de edad. Muchos creían que su diminutivo era por Santiago. Pero no. Su nombre completo era Santos José Martínez Craviotto.
A principio de los 80 proliferaron los pubs de copas y musicales en Adra. Entre ellos, se coló uno que no dejó indiferente a las generaciones del momento. Era el Burguer-Pub Santi. Anclado en Rambla de las Cruces nº 13, la juventud se agolpaba en aquel lugar con reservado a parejas, mesa de billar y salón televisión. Un trato familiar exquisito y cercano. Volaban las hamburguesas muy ricas, con buena carne casera y diferentes salsas. Con una amplia carta de hamburguesas, bocadillos, sandwiches o perritos.
Las hamburguesas eran enormes. Megas. Gigantes De palmo. Para los más atrevidos era una autentica osadía morder al primer intento. Podías desencajar tu mandíbula.
Vestidas las hamburguesas con toda clase de productos al gusto del paladar. Si te pedías una hamburguesa para almorzar, quedabas tan lleno que te saltabas la merienda. Ni las más famosas hamburguesas del mercado pueden hoy compararse o envidiarle a aquellas que servían Santi y su esposa hasta altas horas de la madrugada a aquella juventud.
El negocio funcionó a la perfección en los tiempos de bonanza o declive. Supo mantenerse por el buen nombre familiar siempre unido a la hostelería de una forma u otra. El Burguer Santi era un lugar sencillo, pero agradable con un buen trato. Y donde sus jarritas y vasos de cerveza helados ganaban ya puntos antes de pedir.
Descanse en Paz. Grande Santi. Como sus hamburguesas o más.
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