Leyendas del Adra y del Almería rendirán homenaje a Paco ‘El Fino’ en Miramar

El Santuario de Miramar se vestirá de gala el próximo 4 de septiembre a las 11:30 horas por segundo año consecutivo para la disputa del Memorial al eterno masajista del Adra fallecido tristemente a los 61 años hace dos años 

Abderitanos y capitalinos volverán a enfrentarse como en la primera edición y saltarán con el único objetivo de rendir pleitesía a un buque insignia del fútbol.

Veteranos de la talla del Adra como Manolo Calores, Polo, Edu Fenoy, Gato o Jorge Pelegrina, este último, responsable de la confección del Memorial, se medirán a futbolistas del Almería de la talla de Malpica, Raúl Sánchez, Ortiz, Butra, Gualda o hermanos Callejón.

Será el segundo Memorial y con entrada gratuita a una figura que aún late en muchos corazones y que no quieren perderse la cita. Segunda descarga atronadora de besos al cielo por obra de Jorge Pelegrina, al cuál, Paco "El Fino" salvó con sus propias manos de una muerte segura y que tras un golpe fortuito del futbolista con un contrario se asfixiaba por su propia lengua.

Por todo ello, Jorge Pelegrina, y  porque nadie muere mientras permanece vivo en el corazón de alguien, vuelve a dar más vida al homenaje y al homenajeado con la colaboración del Ayuntamiento de Adra.

Francisco Linares Román "El Fino" mantuvo una inquebrantable fidelidad al equipo de sus amores, el Adra. De otros históricos masajistas, como Miguel Cubillo o Zaragata, aprendió las técnicas de masaje y todos los secretos de cómo acomodar y cultivar un vestuario. Se pegó a los maestros como las cremas que untaba en las piernas a los propios futbolistas. Era el 4X4 del equipo: el encargado de cuidar y de disponer el material del equipo dos horas antes de cada encuentro. Temperamental en su trabajo, dentro del vestuario, descubrías un mundo abierto a los románticos y donde el masajista, representaba el mejor exponente de esos detalles de una vida dedicada a la trastienda del fútbol.

El carismático Paco 'El Fino' era muy conocido entre los vecinos de Adra. La gente valoraba sus esfuerzos, le quería y le agradecía que fuese un dispositivo básico para que el equipo de fútbol se mantuviera vivo. Él se sentía satisfecho y cada día reconocía cumplir un sueño siendo el masajista del Club.