Un caballo del Almanzora para el emir

La empresa almeriense de la piedra, Cuellar Stone, triunfa en la Expo de Dubai

Francisco Martínez Cruz, Thea Selvaggi, Diego Martínez Cano y Diego Martínez Cruz. A la derecha, la imponente silueta del caballo.
Francisco Martínez Cruz, Thea Selvaggi, Diego Martínez Cano y Diego Martínez Cruz. A la derecha, la imponente silueta del caballo.
Manuel León
09:36 • 25 may. 2022 / actualizado a las 09:47 • 25 may. 2022

El caballo estaba ahí, dentro de la piedra gris lusitana, como estuvo el Moisés dentro del mármol blanco de Carrara. Solo había que quitar la ganga, como se quitan las capas de una cebolla para llegar al corazón. Así lo hicieron diestros artesanos, herederos de un saber milenario, en el corazón del Almanzora, en la fábrica de Cuellar Stone, una de esas empresas de Los Filabres que no tiene miedo a hacer cosas que nunca se habían hecho antes. 



Así surgió la silueta de ese caballo, con su crin al viento, su mandíbula batiente, su ojo almendrado, su cuello musculado. Solo le falta echar aire por la nariz y ponerse a galopar por el desierto. Cuellar, la empresa fundada en 1958 en Cantoria dirigida por Diego Martínez Cano, ha deslumbrado al mundo con la efigie de ese equino que ha presidido el pabellón real de la Expo de Dubai. Se trata de la cabeza de Dubai Millenium, el caballo de carreras más querido del emir de Dubaití Mohamed bin Rashid Al Maktum, que ha sido replicado por la firma almeriense con una altura de siete metros y 52 toneladas. Pero el caballo idolatrado por el jeque es solo el icono principal del Vision Pavillion, el pabellón creado como un regalo de la Expo a su alteza. El espacio es una obra cien por cien andaluza, diseñada por la empresa sevillana Icaria Atelier, mientras que la parte de la piedra natural recayó en la almeriense Cuellar Stone en un contrato global valorado en 965.000 euros.



El pabellón, que ha sido indultado por la organización y seguirá de forma permanente en Dubai, se compone de tres salas que explican la contribución del emir a la ciudad de Dubai y está inspirado en un libro que conmemora sus 50 años de gobernanza. Rashid Al Maktum acaba de cumplir 70 años. El pabellón, en el que también destaca el relieve de un halcón, ha convertido al pabellón con firma almeriense en el mejor valorado de la Expo de Dubai por los visitantes.



Un emprendedor especializado en el valor añadido



Diego Martínez Cano, un emprendedor nacido en Macael, entró con una participación en Cuéllar en 1998, hasta 2013 en que ya se hizo con la propiedad total. Con sus hijos Diego y Francisco Martínez Cruz, ha ido especializándose en proyectos de piedra de alto valor añadido relacionados con el arte sacro y otras divisiones como la de las villas privada. Tiene abierta filial en Miami y ha hecho trabajos en 50 países.  



Martínez Cano indicó en la presentación en Almería de este trabajo que le ha dado una gran repercusión internacional que “ha sido un reto para nosotros por la complejidad de las piezas, buscar el equilibro, y alternar la tecnología con el trabajo manual bien realizado”.



Para la fabricación de la cabeza del caballo, la oficina técnica de Cuellar, que cuenta con una plantilla de medio centenar de especialistas, trabajó en los posibles despieces del monumento con siete niveles y 41 piezas macizas, algunas de ellas de  más de 2,5 toneladas. Tras su presentación en fábrica, una comitiva de inspección de la Expo se desplazó a las instalaciones de Cuéllar para chequear y validad el monumento. Las piezas fueron enviadas desmontadas en contenedores marítimos a miles de kilómetros de Cantoria y vueltas a montar en un encaja de alta precisión por técnicos de Cuellar en el Pabellón real.



En otra de las salas se alza la figura en bajorrelieve de un halcón que emerge de las paredes rocosas.  La realización de esta obra maestra ha requerido de una destreza que ha supuesto un desafío y que  puede ser una seña de identidad para futuros contratos.


Un emprendedor especializado en el valor añadido

Diego Martínez Cano, un emprendedor nacido en Macael, entró con una participación en Cuéllar en 1998, hasta 2013 en que ya se hizo con la propiedad total. Con sus hijos Diego y Francisco Martínez Cruz, ha ido especializándose en proyectos de piedra de alto valor añadido relacionados con el arte sacro y otras divisiones como la de las villas privada. Tiene abierta filial en Miami y ha hecho trabajos en 50 países.  



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