El desconcertante caso del cadáver de la Venta de Pepe

Han pasado treinta y cinco años y la muerte del joven camarero sigue sin resolverse

Jesús Murcia, de 27 años, murió en extrañas circustancias.
Jesús Murcia, de 27 años, murió en extrañas circustancias. La Voz
José Ángel Pérez
20:32 • 02 may. 2022

La noche del 3 de mayo de 1987, murió en extrañas circunstancias el joven Jesús Murcia, de 27 años de edad, camarero del pub "Venta de Pepe", cuyo cadáver apareció en el borde de la carretera local Mojácar-Garrucha, a unos 300 metros del establecimiento donde trabajaba situado en la localidad mojaquera. El cuerpo presentaba numerosos golpes y hematomas y una herida punzante en uno de los muslos junto a los genitales. Hoy se cumplen 35 años de tan funesto suceso.



El dueño del local, Alberto M. de 35 años y de nacionalidad angoleña, declaró ante la Guardia Civil que el camarero, después de sostener con él una fuerte discusión en la puerta del establecimiento se aferró al volante de su automóvil ya en marcha, cuando se disponía a denunciarle por alterar el orden publico en su local donde mantuvo un fuerte enfrentamiento con el propietario.



Según Alberto M. que fue detenido posteriormente por la Guardia Civil, Jesús Murcia murió al caerse de su coche, a cuyo capó se había subido y otro vehículo que circulaba en sentido contrario atropellarlo sin detenerse su conductor dándose a la fuga.



La autopsia reveló que la herida que el fallecido presentaba en el muslo derecho a la altura de la ingle, de unos cinco centímetros no tenía nada que ver con la muerte del camarero, como se especuló en un principio dado que ésta no se había producido recientemente según revelaron los informes médicos forenses.



El ciudadano angoleño acusado de la muerte del camarero, permaneció nueve meses encarcelado de modo preventivo en la prisión provincial de Acebuche, quedando en libertad en marzo de 1988 al no poderse demostrarse su participación en el crimen y



el juzgado revocase el auto de prisión. El abogado Darío Fernández acuso en aquellas fechas a la Guardia Civil de quemar algunas prendas del fallecido que hubiesen constituido, según él, pruebas esenciales para el total esclarecimiento del caso. Lo cierto, es que han pasado treinta y cinco años y la muerte del joven camarero de Mojácar sigue siendo un caso sin resolver.





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