Roquetas de Mar

“Si fuese de Roquetas yo tampoco quisiera tener 100 caravanas en frente de casa”

El autocaravanista Andrew Cooper nunca había visto tantos vehículos aglomerados en el municipio

Andrew Cooper llegó por primera a Roquetas de Mar con su caravana hace dos años. Foto de V.N.
Andrew Cooper llegó por primera a Roquetas de Mar con su caravana hace dos años. Foto de V.N.
V. Navarro García
17:28 • 09 mar. 2022 / actualizado a las 17:45 • 09 mar. 2022

Con la progresiva salida del invierno, el perfil del nómada nordeuropeo pliega velas y pone rumbo de vuelta a su lugar de origen. Ya no es tiempo para el turismo de caravanas, y menos aún desde que se ejecutara el plazo otorgado por el Ayuntamiento de Roquetas de Mar para desalojar estos vehículos de las zonas de primera línea de playa en Las Salinas y La Urba. Pero si han visto la película Whiplash sabrán que el tema 'Caravan' no es un canción fácil de eliminar del repertorio jazzístico, y con las autocaravanas en el municipio roquetero sucede algo similar.



La concentración de estos vehículos se ha reducido de tal manera, que la visión de una solitaria caravana en Las Salinas a las 10:00h podría indicar que ya no quedan autocaravanistas por la zona y que se está en presencia de un rezagado que en cualquier momento arrancará el motor y se pondrá en marcha, pero lo cierto es que aún existe un pequeño trasiego de éstas entre La Urba y esta parte de la localidad.



Uno de los últimos autocaravanistas



Andrew Cooper, ciudadano británico de 68 años con residencia en Portugal lleva un par de días disfrutando del litoral de Roquetas de Mar, un viajero que mientras espera la llegada de su esposa al aeropuerto de Málaga en los próximos días para recogerla y volver a su hogar, está recorriendo el sur de Andalucía. Para Mr. Cooper, Roquetas de Mar no es un destino que le resulte ajeno, pero después de varios años deteniendo su caravana en la provincia ha encontrado el municipio del Poniente un tanto diferente. "He venido desde hace dos años a Roquetas y no había visto tanta aglomeración de caravanas".



Rubio y con la piel tostada por el sol, Andrew Cooper ofrece un punto de vista que empatiza con los vecinos de la localidad "desde luego yo tampoco quisiera tener 100 caravanas en frente de casa" confiesa el veterano viajero entendiendo los problemas de higiene que puede ocasionar una sobre población de autocaravanistas en un mismo sitio. "No es de recibo que las aguas negras tengan que ser tiradas en estas explanadas. Ni las nuestras, las de nuestros hijos o las de nuestras mascotas".



Sitios habilitados y pagados



Miembro de un club de autocaravanas de Portugal, Mr. Cooper explica que en el país luso existen licencias de aparcamiento expedidas a caravanas que dispongan de WC y ducha. Y es que desde 2021 Portugal endureció la reglamentación referente a las caravanas y campers prohibiendo la pernocta en todo el territorio, fuera de los lugares habilitados para tal actividad.



"Por 12€ al día hay sitios específicos donde aparcar, con infraestructuras de luz , agua y tratamiento de residuos. Esos precios son más económicos que un camping" explicaba el británico sosteniendo que el afrontaría ese tipo de gasto y que podría ser una solución al actual conflicto entre habitantes y autocaravanistas.


La pandemia ha masificado la población caravanera

Según el veterano viajero, la llegada de la COVID-19 ha sido uno de los detonantes de la explosión caravanera. "La gente no quiere estar en lugares cerrados como los hoteles. Hay más caravanas que hace 10 años".


Un problema derivado de la crisis sanitaria ha sido el cierre de fronteras y la provincia de Almería, uno de los últimos puertos antes de cruzar el Mediterráneo, se ha visto particularmente afectado por la llegada masiva de caravanas. "He conocido a muchos franceses que su destino es Marruecos. Como la frontera se cerró han elegido un clima similar para quedarse".


Quizás uno de los aspecto que pueda preocupar el habitante local, aparte de la higiene y la posible existencia de ruidos, sea que el turismo de caravana sea un estimulo muy débil de la economía local. Al preguntar abiertamente a Andrew sobre este asunto, el británico concluía que mientras las caravanas no produzcan sus propios alimentos no hay que preocuparse "yo ayer fui a comer paella a un restaurante y mañana tendré que desayunar". 




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