Fines

“Desde que mataron a mi hija estoy muriéndome; no puedo más”

La concentración por de Rosa Galera visibilizó la eterna herida de la violencia machista

El padre de Rosa Galera, Julio Galera, durante la concentración. Foto: César Lorente Venteo
El padre de Rosa Galera, Julio Galera, durante la concentración. Foto: César Lorente Venteo La Voz
Guillermo Mirón / Opinión
07:00 • 09 oct. 2021

“Desde que pasó ese caso estoy muriéndome. Voy cada vez a más, nada más que acordándome de mi hija. Todos los días la tengo en mi corazón y no puedo más”. No encontrarán ambages ni eufemismos en las palabras de Julio Galera (84 años). Es imposible hablar de cómo un asesino machista te arrebata a una hija con 27 años de edad sin mostrar el alma y el dolor en toda su crudeza.

Puede resultar doloroso, pero es sin duda necesario, si cabe ahora más que nunca, mostrar la realidad que rodea a un asesinato machista. A una violencia de género (que algunos, en pleno 2021 se empeñan en negar) que no sólo lleva a la muerte de una hermana, hija, madre o amiga sino que arrastra a los suyos a toda una vida de ausencia; de lamentos y de rabia.



"No soy mala persona"
Las palabras de Julio Galera llegaron al corazón de todos los que le acompañaron en la tarde de este miércoles, cuando tuvo lugar la concentración contra el permiso penitenciario concedido al asesino de su hija diez años después del crimen. Este permiso le permitirá disfrutar de cinco días de libertad, lo que ha causado indignación en el pueblo de Fines y otra punzada más en el corazón a la familia de Rosa.

Pues bien, aún así, en las palabras del padre al que han dejado sin su hija, tampoco encontrarán un ánimo de venganza insaciable. “Yo no soy ningún matador ni soy mala persona para nada. Pero tiene su culpa y lo que hay que hacer es no darle vacaciones y que lo metan en la cárcel y vaya a trabajar”, añadía el padre de la víctima con unas palabras que salían directamente de las entrañas y que, a pesar de ello, no rezumaban el odio populista que muchos líderes actuales escupen cuando hablan de “violencia intrafamiliar”. Y no lo hacían porque estas palabras no buscaban una respuesta de las masas ni desorientar a un adolescente aún sin conciencia sobre esta lacra social.

No cabe el odio infinito porque eran de verdad, como las otras voces que este 6 de octubre se reunieron junto a la escultura denominada ‘Libertad’ donde tuvo lugar la concentración convocada por la Federación de Asociaciones de Mujeres del Almanzora (Femaxi).  



Sin descanso
La presidenta de la entidad convocante, Femaxi, se refería también al día después de un crimen machista, reducido en demasiadas ocasiones a una simple cifra. Así, Remedios Serrano detallaba desde el mismo lugar y tras las palabras del padre de Rosa que “queremos hacer ver a la sociedad que no solo hay una víctima; no solo le han quitado la vida a una mujer sino que esto tiene consecuencias y víctimas en toda la familia y en todo el municipio y la comarca, que ni olvida ni perdona”. Otra familiar de Rosa Galera, María Ángeles Martos, explicó cómo la familia lleva “diez años sin un día de descanso” por el camino judicial que se vieron obligados a emprender hace diez años y que ahora continúa con este permiso.




Es cierto que el caso de Rosa fue especialmente doloroso. Fue el 31 de mayo de 2011 cuando se denunció la desaparición de Rosa, a la que decenas de vecinos de Fines y de otros pueblos del Valle del Almanzora buscaron sin descanso durante las siguientes horas, hasta que tras una confesión, su cuerpo fue encontrado el 2  de junio en una rambla de Tabernas, donde fue arrojado por su asesino.



Víctimas
Es imposible imaginar mayor angustia para una familia. Pero las consecuencias de este crimen de violencia machista no son muy diferentes a las que han vivido los seres queridos y allegados de Toñi, Andrea, María del Pilar, Juana, María, Antonia, Aicha, Damiana, Mari Carmen o Herminia.

Son algunos de los nombres que componen la dolorosa lista de las casi cuarenta mujeres asesinadas en la provincia de Almería desde que se tienen registros de este tipo de violencia machista. Que su nombre no quede en el olvido. Que el sufrimiento de Julio Galera y su familia no quede en el olvido. Es una responsabilidad de todos, pese al dolor punzante de palabras como las de Julio.






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