La Mojonera

Millás, el escritor amante de los bichos que se dejó fascinar en Agrobío

El escritor ha visitado esta semana las instalaciones de la biofábrica almeriense

Millás y la periodista Francisca Ramos observan abejorros en Agrobío.
Millás y la periodista Francisca Ramos observan abejorros en Agrobío. La Voz
Marta Rodríguez
17:29 • 20 jun. 2021

El pasillo es oscuro, amplio y todo el mundo habla en susurros. Hay un pequeño punto de luz que se mueve encima de un recipiente de plástico y, en torno a él, varias figuras humanas con batas blancas y mascarilla. Todas las miradas se dirigen a un mismo punto, un punto de vida. Porque en el interior de la cavidad se oculta algo que, a simple vista, parecen abejas que tienen ahí mismo su colmena. La persona que habla explica que en el sitio donde nos encontramos crían a sus propias reinas. Que hacerlo, en el fondo, es solo una cuestión de alimentación. Y dirige la linterna a otros recipientes a los que solo llegan unas cuantas elegidas. Manda la alimentación, claro, y también la selección natural.



De entre todas las figuras humana destaca una. Sus ojos están, ciertamente, más abiertos que los del resto. Tampoco le ayudan a pasar desapercibido las preguntas curiosas que plantea a cada momento. Si no fuera porque el color cano del pelo y las marcas de expresión de los ojos delatan que tiene una edad, podría pensarse que se trata de un niño. Pero descartando esa posibilidad, solo puede tratarse de una de esas personas que mira a su alrededor con espíritu de eterno descubrimiento. Por ejemplo, un poeta.



No es poeta, pero casi. Es el articulista y escritor Juan José Millás. Y eso lo explica todo. Porque más conocido que su afán por saber, es su debilidad por los bichos. Justo lo que lo ha traído hasta Almería esta semana. Buscaba una empresa de abejas y dio con Agrobío, que hace mucho más que eso. Cría colmenas de abejorros e insectos para el control biológico de las plagas. Puro I+D. 






De modo que ahí está Millás. Acompañado por Paqui Ramos, una de las periodistas del equipo de ‘A vivir que son dos días’, programa que capitanea de forma brillante Javier del Pino en la Cadena SER. Han venido a grabar lo que será su sección de este domingo y, tras el recorrido a primera hora por una finca de pimiento ecológico, la historia ya da para cuatro horas de material sonoro que tendrán que dejar en apenas diez minutos.



Mientras, en las instalaciones centrales de El Viso, en La Mojonera, prosigue la visita con un pequeño micrófono conectado a un móvil como única pista de que lo que allí se está produciendo es la magia de la radio. Pronto los abejorros pierden su protagonismo y son destronados por otros bichos aún más pequeños. Se trata de unos depredadores que ayudan a controlar plagas como la mosca blanca. La fuerza de nuestro campo representada por unas larvas casi imperceptibles a la vista. De repente, un ingeniero abre uno de los recipientes y se esconden por cientos entre vegetales, de los que obtienen el agua y los nutrientes, y otros materiales de cuyo nombre no quiero acordarme porque constituyen el secreto mejor guardado de Agrobío. Apiladas unas sobre otras, hay estanterías enteras. Pequeños bichos-soldado -Chrysoperla carnea y montrouzieri- aguardando su turno para salir a defender la honra del agro almeriense.






“Es mucha información, tengo que digerirla”, sale diciendo Millás, fascinado como el niño que viene de visitar un zoo de especies exóticas. Y uno imagina cómo se ordenarán las ideas, una detrás de otra, en esa mente brillante. Tal vez en la cabeza de un genio los abejorros -Bombus terrestris- porten espada y armadura para mejorar la calidad de tomates, berenjenas y pimientos. Y el resto de insectos se enfrenten a una lucha encarnizada contra el dragón de la Tuta absoluta para salvar a judías, pepinos y calabacines. Aunque, en este caso, todo lo que pueda imaginar probablemente se quede lejos del milagro de la vida que nunca cesa en Agrobío.


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