Laujar de Andarax

Intercambio cultural de más de 14.000 kilómetros entre Laujar y Auckland

18 alumnos de Nueva Zelanda descubren España junto a sus amigos del IES Emilio Manzano

Reunión de alumnos y profesores de Nueva Zelanda con los del IES Emilio Manzano a las puertas del centro.
Reunión de alumnos y profesores de Nueva Zelanda con los del IES Emilio Manzano a las puertas del centro. La Voz
Fran García
22:33 • 28 abr. 2018

Cuando los padres de Joaquín Ginés, dos vecinos de Laujar de Andarax, decidieron emprender una nueva vida en tierras catalanas seguramente no podrían imaginar que ese viaje que ellos iniciaron acabaría dando como resultado que 18 alumnos del instituto Massey de Auckland, Nueva Zelanda, recalaran en España para conocer la tierra de sus orígenes.




Pero lo cierto es que la vida ofrece hermosas casualidades como el hecho de que este joven, Joaquín Ginés, se marchara a Nueva Zelanda para ejercer como profesor de español en un centro de Auckland y tuviera la feliz idea de contactar con su prima, secretaria del instituto Emilio Manzano de Laujar, para proponer un intercambio de experiencias entre ambos centros.




Colaboración



“La idea me fascinó. La interacción entre dos tipos de alumnado con culturas tan distintas, como son la neozelandesa y la española hizo que no dudara en absoluto en comenzar con esa aventura”, explica Inma Palenzuela, jefa del Departamento de Idiomas en el IES Emilio Manzano de Laujar de Andarax.




De este modo, en el curso 2015-16 empezó una primera toma de contacto consistente en realizar “un intercambio de vídeos en el que los estudiantes de Nueva Zelanda preparaban sus vídeos en español y nuestros estudiantes en inglés. Hablaban sobre ellos mismos, sus colegios, asignaturas y profesores, su ciudad o pueblo, etc. Disfrutaban de lo lindo con ello y, lo más importante aún, aprendían muchísimo”, apunta Palenzuela.




Y gracias a esta iniciativa, poco a poco, se fue generando una relación de amistad entre dos comunidades educativas separadas por más de 14.000 kilómetros de distancia pero unidas gracias a las nuevas tecnologías y a la apuesta por mejorar el dominio de un segundo idioma, el español para los chicos neozelandeses y el inglés para los de Laujar.




Visita



Después de un primer año de intercambio de experiencias, llegó un segundo curso en el que comenzó a germinar la idea de que, además de compartir vídeos, un grupo de alumnos realizara un viaje de estudios por España donde Laujar tenía que ser un lugar de paso obligado.


Y ese empeño ha acabado fructificando esta semana en un emotivo y enriquecedor encuentro de dos días entre los 18 alumnos y cuatro profesores del instituto Massey de Auckland, entre los que se encontraba Joaquín Ginés, y la comunidad educativa del instituto de Laujar.


Además, cabe reseñar que el encuentro ha contado con un valor añadido que ha sido el hecho de que los estudiantes se han alojado en casas de familias laujareñas lo que ha hecho que se estrechen aun más si cabe los lazos de unión. De hecho, Inma Palenzuela asegura que “les ha gustado mucho el recibimiento. Además, las familias de acogida se han volcado con ellos y se van muy contentos con el cariño recibido y la hospitalidad”.


No obstante, no solo se llevan de vuelta a casa el cariño recibido sino también dos jornadas intensas de convivencia e intercambio cultural en la que los alumnos de Auckland interpretaron canciones maoríes y ofrecieron detalles de su forma de vida, su ciudad y su cultura al tiempo que participaron en talleres y clases sobre poesía o la antigua Roma y conocieron de cerca las tradiciones y la gastronomía de la Alpujarra.


Motivación

Uno de los grandes objetivos de este intercambio, desde la óptica del centro educativo almeriense, tiene que ver con poner de relieve la importancia de manejar otros idiomas. Por este motivo, la Jefa del Departamento de Idiomas, Inma Palenzuela, celebra que “conseguimos que todos nuestros alumnos hablaran inglés y vieran la importancia del idioma. Todos están motivados y se van a poner las pilas”.


Y es que, si más de 14.000 kilómetros no han sido obstáculo para crear una amistad sincera y vivir una experiencia inolvidable, el idioma tampoco debe serlo.


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