Níjar

Sigilo extremo sobre las nuevas líneas en el caso de Gabriel Cruz

La única prueba es el ADN de la camiseta

Puesto de mando donde se coordina la búsqueda.
Puesto de mando donde se coordina la búsqueda.
Rosa Ortiz
01:00 • 06 mar. 2018

La Policía Científica y la Unidad Central Operativa de la Guardia Civil mantienen un sigilo extremo sobre el avance de las investigaciones en caso de Gabriel Cruz, el niño de 8 años desaparecido hace ocho días. Solo se sabe, porque así lo precisó ayer Antonio Sanz, delegado del Gobierno en Andalucía, que se mantienen abiertas diferentes líneas a las que se han incorporado “otras nuevas” al objeto de acaparar el mayor número de hipótesis posibles. 




Por ahora, después de haberse peinado el terreno en un radio de 12 kilómetros desde el punto donde se perdió el rastro del menor, la única prueba con la que se cuenta es la presencia de ADN de Gabriel en la camiseta encontrada el sábado a primera hora de la tarde en unos cañaverales cercanos a la Estación Depuradora de Aguas Residuales ‘Las Agüillas’ de Las Negras. De lo que ha trascendido del caso, el resto son por ahora meros indicios, es decir, elementos que permiten apuntar en una determinada dirección, aunque el cómo y el dónde revisten cierta subjetividad por parte de los investigadores.




La prenda está siendo analizada exhaustivamente en los laboratorios centrales del Servicio de Criminalística en Madrid, a la búsqueda de otros posibles restos biológicos como sangre, saliva o semen, muestras de referencia en genética forense. Ayer, Sanz volvió a señalar que la camiseta está siendo sometida a mayor investigación “que ofrezca más datos”. “El objetivo es utilizar todos los recursos disponibles para tener la máxima información al respecto, tanto a través de esta línea de investigación como otras que no han sido descartadas”, dijo el representante del Ejecutivo en Andalucía. Estas pruebas pueden tardar aún varios días.




Una de las hipótesis con la que trabajan los investigadores es que la camiseta fuese colocada intencionadamente en el lugar donde fue hallada. La zona, que estaba dentro del perímetro que se estaba revisando, había sido ya rastreada al menos dos veces, una esa misma mañana con otra batida de voluntarios. Además, fuentes de la investigación insisten en que la prenda estaba seca, a pesar de que en la zona había estado lloviendo durante 48 horas seguidas. 




El lugar, que fue perimetrado por la Científica en busca de más evidencias -huellas o restos de sangre u otros fluidos corporales-, fue peinado de arriba abajo sin que se encontraran nuevas pruebas y se drenó también la balsa principal de la planta depuradora sin resultados. 




En este lugar, los especialistas de la Unidad de Actividades Subacuáticas bucearon durante horas en aguas fecales sin hallar una sola pista. Ni los perros, ni los drones ni el helicóptero de apoyo han revelado, hasta ahora, datos de interés para la investigación. 




Un caso con todos los elementos en contra 
La investigación sobre la desaparición de Gabriel Cruz está resultando extraordinariamente compleja, en un caso que parece tener todos los elementos en contra. En primer lugar, el sitio donde se produce la desaparición: un pueblo donde en invierno residen apenas 13 vecinos y donde no hay cajeros ni comercios con cámaras de seguridad que capten algún movimiento. Sin testigos que vieran algo, el único indicio claro lo ofreció una vecina, que declaró a los investigadores que a la hora a la que se produjo la desaparición del niño, escuchó desde su casa un ruido que parecía “el portazo fuerte de un coche”.




Además, en Las Hortichuelas Bajas, donde se perdió el rastro del menor, la cobertura de telefonía es tan débil que hay muchas zonas de sombra, lo que está dificultando la triangulación de los móviles que pudieran estar activados en la zona entre las 15:40 y las 17:30 horas, el margen de tiempo que pasa desde que Gabriel sale de casa de su abuela hasta que la familia se alerta por su desaparición. 


La zona, además, es extraordinariamente compleja para rastrear. “Una ratonera”, dicen fuentes de la investigación, llena de recovecos: hay decenas de  pozos, balsas de agua, cuevas y cortijos abandonados que se han revisado, en algunos casos, hasta varias veces. Además, el terreno es muy escarpado y hay numerosas ramblas y barrancos repletos de vegetación y cañaverales. 


Tampoco hay cámaras de tráfico en las vías secundarias por las que pudo huir el posible captor de Gabriel. “Esto está siendo como buscar una aguja en un pajar”.  



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