Seis bolas de colores, quince rojas y una blanca

Wieland Eckler se lio la manta a la cabeza y fundó el Snooker Club Mojácar hace ya más de cuatro años

Wieland Eckler, fundador del Snooker Club Mojácar, durante una de sus partidas. Foto: Ricardo Alba
Wieland Eckler, fundador del Snooker Club Mojácar, durante una de sus partidas. Foto: Ricardo Alba
Ricardo Alba
21:48 • 02 dic. 2017

Era el segundo día de lluvia, digamos algo seria, en el Levante de Almería. El toc-to-toc de las gotas de agua sobre el paraguas, el olor a tierra mojada, el brillo de calzadas y aceras, alguna que otra salpicadura en la cara, cerrar el paraguas al entrar en el coche sin querer mojarte y ponerte perdido, en fin, lo que trae la lluvia consigo, resultaba placentero si bien, al ser de naturaleza fotovoltaica, echamos de menos el sol en cuanto nos falta por más migas que haya en el plato.




Las calles, de costumbre poco movidas en la tarde, se hallaban vacías. El gris, la anochecida anticipada, el fresquito húmedo hacían apetecible el sofá con mantita o estufa o brasero. Y también, porqué no, guarecerse bajo techo con un café, algún libro, hilar musarañas o algún juego. Y a eso vamos.




Se percibía luz en el sótano de El Zoco de Mojácar, sí, ahí, justito al lado del súper. Al bajar las escaleras se oían las voces de dos hombres en animada conversación. Uno de ellos Wieland Eckler, alemán, casado con una mujer italiana y un hijo nacido en España. Tres de familia y tres nacionalidades en la misma casa. Esto es así, más o menos, en gran parte de esta Babel que es el Levante almeriense. Vienen, venimos, se quedan, nos quedamos, y, mire, nos llevamos convenientemente bien los de aquí y los afincados. Al hilo, que se escapa el tiempo.




En la gran sala con tres mesas de billar algo más grandes de lo habitual, Wieland, junto con su amigo inglés Ian, cuenta que de siempre ha jugado al billar, que encontró el Snooker en Vera Playa junto al hotel nudista; luego jugó en Antas y justo cuando le cogía cierto gusto van y cierran el club. Se lio la manta a la cabeza y fundó el Snooker Club Mojácar hace ya más de cuatro años. El club cuenta con 350 socios de los que algunos nunca han ido a jugar, otros aparecen de tarde en tarde, total, que el censo de jugadores activos se queda en aproximadamente setenta de diversas nacionalidades, entre ellos algunos de Los Gallardos, y, que se sepa, es el único club de Andalucía que participa en la Liga Nacional Amateur de Snooker Español.




Disponen las bolas como indica el reglamento, echan a suerte quien da la primera tacada. Con el tiro de apertura, tac-tac-tac-tac-tac, Wieland dispersa las bolas por sobre la mesa de tapete verde. Ian, tac-tac, intenta embocar una bola roja. Tac-tac-tac, Wieland golpea con la blanca una bola roja que cae en una de las seis troneras de la mesa. Luego, empuja con la punta del taco una de color, se queda en la banda larga derecha cerca de un diamante. Y así continuaron, tacada tras tacada hasta embocar sucesivamente en las troneras una bola roja y otra de color… Para el no iniciado, para el mirón, o sea, un servidor, apoyar el taco entre los dedos, deslizarlo, darle a una bola y que ésta golpee con otra y que, encima, se cuele por uno de los agujeros, es ciertamente un prodigio geométrico y cálculo matemático. Buscar el ángulo preciso, conocer el punto de ataque exacto sin errar ni medio milímetro -que parece poco, pero una raya medio milímetro más allá o acá en el plano de un PGOU, por poner, son sesenta dúplex-, determinar el recorrido de la bola, en definitiva, el sistema táctico de juego lleva a la pregunta de ¿el billar es solo un juego o tiene algo de ciencia? No sé, un servidor se puso perdido de tiza azul. Al salir del sótano seguía la lluvia.







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