Historias de la Vega

En 1944 nació CASI en la alhóndiga situada en los sótanos de la Plaza de Abastos

Los primeros mpleados en la oficina de la cooperativa en la alhóndiga del Mercado Central.
Los primeros mpleados en la oficina de la cooperativa en la alhóndiga del Mercado Central. La Voz
Manuel León
12:48 • 13 dic. 2019

Fueron una docena de campesinos que sembraban patatas y maíz los que decidieron unir su producción para venderla a mejor precio en el Mercado de Almería. Era el año 1944, año de penurias, de hambre pura, de estraperlistas escondidos en soportales en la calle Juan Lirola, cuando unos cuantos vegueros pusieron un puesto de venta de sus productos en la alhóndiga, que entonces estaba en los sótanos de la Plaza de Abastos.



Allí estaban, frente a una rudimentaria mesa de madera y unos libros de asientos con apuntes de compras y ventas escritos con primorosa caligrafía, los primeros empleados de esa recién nacida cooperativa: Cristóbal del Aguila, Carlos Sánchez, Joaquín Miras, Manuel Cuadrado, bajo la presidencia de José García López y después de Francisco Núñez Ortega, Joaquín Bretones Góngora, Juan García Giménez, Juan Ventura Belmonte, Antonio Vargas Mejías y los que vinieron después ( Rodolfo Fernández, Julio Vargas, Francisco Belmonte José María Andújar y Miguel Vargas). 



Así se fue haciendo grande esa primitiva cooperativa de La Cañada, bautizada con el nombre del santo campesino, articulada en torno a familias labradoras como los Berenguel, los Ventura, los Bretones, los Miras, los del Águila, los Ramón, los Vargas, los Andújar, hasta convertirse ahora en uno de los santos y señas de la industria agrícola de Almería, después de 75 años de una historia humilde y laboriosa. 



Al principio fue el brillo de esa patata temprana de la Vega lo que hizo crecer a la cooperativa y la producción de ese tubérculo alcanzó tal magnitud que las necesidades de semilla llegarían a alcanzar a finales de los sesenta las trescientas toneladas que había que ir a buscar a Navarra, Galicia o incluso a Irlanda. 



En esa CASI iniciática, La Cañada estaba llena de Cortijos con establos y chineras donde se engordaban los marranos y se sembraba trigo, cebada y tomates con caña; tiempos de aparcerías como la del Cortijo del Fiscal, propiedad de Rafael Romera y Juan Vargas, que administraba Francisco Gómez Montes Frasco, con unas cien tahúllas de tierra de regadío y cinco hijos que alimentar.



Las mujeres de CASI



A las mujeres de La Cañada, con sus pañuelos y rempujas, se les pagaban ocho pesetas de jornal por recoger la cosecha de hortalizas dulzonas que se criaban y se crían en esa tierra. La primera mujer socia de la CASI, en 1945, fue la viuda Josefa Belmonte Román, después Luisa Ventura, y la primera que accedió como miembro de la Junta Rectora fue Rosa Moreno. El rol de la mujer de CASI fue siempre la crianza de los hijos, la labor doméstica y la administración de la casa y buena parte del éxito de la cooperativa se debe a ellas. 



El kilómetro cero de ese movimiento cooperativo fue la Vega y la zona baja de Los Llanos de El Alquián. Ese fue el venero de donde fueron saliendo los futuros socios de la CASI, extendiendo los cultivos al tomate, al pimiento y otras hortalizas. Labraban entonces con yuntas de vacas almanzoreñas, de cuello recio, y desplazaban el género en carros de mulas, hasta bien entrados los años 50, hasta la alhóndiga de la capital. Después llegaron los isocarros y los motocarros a los caminos de la vega y la modernidad de la furgoneta.


Las primeras juntas generales de socios se celebraban en el salón de actos de la Hermandad de Labradores, en la Avenida del Generalísimo, 143 de Almería. En los 70, todavía con cultivos al aire libre, fueron llegando agricultores de Albuñol y de La Rápita, que se fueron instalando en Los Llanos  y los socios de la cooperativa empezaron con el enarenado y se construyó la primera nave de 1.200 metros en lo era el Chalet de Los Partidores que era de la familia Granados (donde desde tiempo inmemorial se partían las tandas de agua), junto a la tradicional Venta del Bacalao, el figón donde muchos compradores, renteros y muleros hacían parada y fonda.


Los socios de la cooperativa aún no disponían de una sala de ventas y medraron en esos años ya lejanos las corridas de Sáez y Miras, en La Curva y la de Agua Nueva, en un almacén de Manuel Trujillo. 


Los nuevos almacenes

Al principio, los alhondiguistas fueron reacios a abandonar el puesto del Mercado, pero con el tiempo se dieron cuenta del futuro estaba en las corridas de la Vega, en esas subastas en origen a la baja que son una seña de identidad de la CASI, como se dieron cuenta de que el tomate tendría que terminar sustituyendo a la patata. Los nuevos almacenes de Los Partidores fueron inaugurados en 1969 bajo la bendición del vicario, don Andrés Pérez Molina, y del párroco de La Cañada, don Luis Serrano Alcaina. 


Era el presidente de la cooperativa entonces Juan García Giménez y asistieron más de doscientos agricultores de la vega de Almería. Los socios podían ya disponer de una nave con sala de confección para envasado de hortalizas, otra para envases con explanada de almacén y fertilizantes y un muelle de 2.000 metros para estacionamiento de camiones. La incorporación del invernadero y del riego por goteo supuso un avance sustancial en el control del agua.  


En el ámbito de influencia de CASI, los primeros invernaderos datan de finales de los años 60 y primeros 70. Hasta tal punto fue así, que se cuenta como anécdota el hecho de que uno de los primeros invernaderos de los que se tiene noticia en la zona, fue el acondicionado por Antonio Quirantes, que fue gerente de la CASI, en el cortijo de Los Parrales, precisamente aprovechando la estructura de un parral en desuso.


Los primeros asesores de los vegueros fueron Juan El Melicena y Manuel Romera procedentes de La Rápita y de Adra, a los que se recurría para enarenar los bancales. Antonio Berenguel, del Cortijo Puerto Rico, fue uno de los que primero enarenó un bancal acarreando arena desde la playa con mulos.


La tercera incorporación técnica que caracteriza a la agricultura intensiva almeriense y la zona de influencia de CASI en la Vega fue el sistema de riego gota a gota, heredero del riego por tandas que practicaban sociedades como Nuevos Riegos San Indalecio o la Sociedad de Regantes La Buena Unión.


La primera se constituyó a instancias de don Indalecio Córdoba Escámez con el objetivo de poner en regadío 5.000 fanegas de tierra a ambos lados de la Carretera de Granada, desde Benahadux hasta Almería. La segunda surge a finales del XIX impulsada por Francisco Morales Cortés y Francisco Moreno Salinas para construir un cauce desde Viator hasta la Balsa de los Pastores.


CASI es hoy una potencia agroalimentaria, la primera empresa de tomate de Europa, con casi 2.000 socios y millones de kilos de producción que se venden en todos los mercados europeos, como heredera de aquellas cooperativas naranjeras y uveras de finales del XIX y principios del XX, con los nietos y bisnietos de los fundadores ya al mando del negocio. 


En el paisaje ya no aparecen setillos como cortavientos, ni se ve al tío Juan Ramón arando con bueyes en La Cruz de Martos, ni a la familia de Bernardo Miras de paseo dominical por la Huerta Araceli, ni a Rosendo Benavides jugando con su hijo sobre una montaña de tomates Marmande, ni se ve a don Juan Fuentes  enseñando aritmética en la escuela, pero aunque ya no se vea, todo eso latirá para siempre en la historia de esa cooperativa de la Vega de Almería, que cumple estos días siete décadas y media de imborrables vivencias compartidas.


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